FELIPE_IV– Imagen: Wikipedia – 

El pasado 29 de abril tuvo lugar la mesa redonda “El futuro de la lectura en el entorno digital” en la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona. Fue interesante porque retrató el posicionamiento de tres grandes actores del sector del libro, editores, libreros y bibliotecarios o, al menos, sus representantes institucionales.

La charla fue moderada por Lluís Agustí, director de la Escola de Llibreria de la UB, quien realizó un acertado planteamiento de la cuestión. Intervinieron Carme Fenoll, jefa del Servicio de Bibliotecas de la Generalitat de Catalunya, Jeroni Boixareu, gerente de la librería Hispano Americana y de la editorial Marcombo –a la sazón vinculado con el Gremio de Libreros de Catalunya y su proyecto Liberdrac– y el editor Daniel Fernández, desde el 1 de enero presidente de la Federación de Gremios de Editores de España.

Decidí asistir a la mesa redonda porque quería ver, en vivo y en directo, al flamante presidente de la FGEE. Ya conocía la posición de Fenoll y Boixareu, y tenía la vana esperanza que Daniel Fernández dijera algo interesante aunque su paso por el Gremio de Editores de Catalunya hiciera presagiar lo que finalmente sucedió.

Si Fenoll mostró un optimismo prudente acorde con los actuales planes públicos de préstamo digital y sus discretos primeros resultados, Boixareu fue crítico y pragmático; entiende que al libro digital hay que darle una respuesta, que dicha respuesta debe ser comercial y que no podemos demorarnos demasiado. No tiene nada claro que se acaben cumpliendo muchos de los pronósticos pero entiende que no basta con negarlos.

Si las bibliotecas no paran y los libreros empiezan a espabilar, en la FGEE reina el dolce far niente. Fernández se burló del libro digital mediante chascarrillos que ya estaban muy manidos en 2010 y un tono de cachondeo con el que parecía decirnos que aquello no iba con él. Lo más destacable de lo que dijo –habló mucho sin decir casi nada– fue que los editores todavía no habían encontrado la manera de hacer rentable el libro digital; su desparpajo y despreocupación demostraban más ignorancia que mala fe y parecía no saber que, sin salir de España, el 30% de la facturación de Roca Editorial ya es digital y que, tal como Santos Palazzi desveló en Kosmopolis, algunos sellos de Planeta ya han alcanzado un muy respetable 12%. Puede que quede camino por recorrer pero algunos editores sí saben cómo hacerlo; alguien, en la FGEE, debería preguntárselo.

Abrazando la piratería como gran excusa, Fernández celebró el bache que las ventas de libros digitales parecen atravesar en Norteamérica y el Reino Unido –bache que no es tal como ya comentaré en un próximo artículo– y puso el relativo fracaso de los lectores de tinta electrónica como ejemplo del estancamiento del libro digital, como si la lectura no tuviera nada que ver con la competencia por la atención y el crecimiento del consumo de información en dispositivos móviles, ya sean tabletas o teléfonos.

Fernández perdió una gran oportunidad de lucirse cuando Lluís Agustí, a raíz de un comentario de Carme Fenoll, le preguntó si las nuevas herramientas de segmentación del público podían ser útiles a los editores. Cuando lo más fácil hubiera sido responder “sí, conocer mejor al público nos permitirá hacer mejor nuestro trabajo” –sin tener que mostrar su oceánica ignorancia en estos temas– escapó por la tangente diciendo algo así como que lo importante era leer y que el resto eran fruslerías.

El presidente pasmado

Vi un presidente pasmado y me acordé, una vez más, de los últimos Austrias, reyes abúlicos, incompetentes, que delegaron las labores de gobierno en validos. Si Fernández es Felipe IV, Antonio María Ávila es el Conde-duque que rige los destinos de la FGEE desde 1997. No importa quién sea el presidente, no importa de dónde venga ni cuánto dure, el estilo de la FGEE, el estilo Ávila, se impone. Los presidentes pasan pero él siempre permanece.

Conde-Duque_de_Olivares

– Imagen: Wikipedia – 

Si Ávila fuera un genio la cosa tendría su aquél; en lo único que destaca el valido de la FGEE es en asegurarse que nada cambie. Al abrigo de un sistema de elección presidencial diseñado para poder nombrar a un teleñeco si fuera necesario –otro día hablaremos del vodevil de instituciones librescas del país– protege a la institución dejando al sector en segundo plano en clara confusión entre el mapa y el territorio.

Ávila, con todo, sólo es la voz de su amo, aquél que se cuida muy mucho que la FGEE sólo trabaje por el bien de los grandes y lo haga allí donde mejor se le da, en los despachos de la Administración. Para eso no se necesitan presidentes con visión ni talento, apenas es necesario un armazón institucional tan vacío de ideas como la Federación.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

6 Comments

  1. Enric Flors 4 mayo, 2015 at 18:47

    Una visión muy acertada. Hace unos días intentaba razonar con un librero, quien aseguraba que el formato digital había sido un fracaso en todo el mundo, aunque no aportaba datos. Creo que el mayor problema es que hay un miedo general al cambio en todos los sectores (bibliotecas, libreros, editores y lectores) y sobre todo una gran campaña de desinformación ya que, como bien dices, se asimila el libro electrónico exclusivamente a los lectores de tinta electrónica (en concreto a su venta). Me parece curioso ya que nosotros tenemos una pequeña editorial digital y no hemos usado nunca un lector de tinta electrónica. Será que tampoco creemos en el libro electrónico 🙂

  2. […] Fuente original: La lectura digital y la decrepitud de los Austrias. ‘Dolce far niente’ en la corte de la FGEE. |…. […]

  3. Perdóname el largo comentario, pero tu artículo me ha parecido tan interesante que no me he podido resistir.
    Hay que dudar de la profesionalidad de gente que se gana la vida con eso. Soy una simple lectora, y que leo bastantes páginas web estadounidenses referidas, eso sí, en su mayor parte, al subgénero de la novela romántica. Pero en esas páginas web muchas veces enlazan con otras o aluden a estudios sobre la publicación. Así llegué no hace mucho a este enlace: http://www.publishingtechnology.com/2015/01/what-nielsen-data-tells-us-about-ebook-cannibalisation-and-the-total-size-of-the-publishing-market/
    Ahí analizan datos Nielsen respecto al impacto del libro digital, datos desagregados por género. De 2007 a la actualidad ha descendido el número de libros impresos.
    Pero hay curiosidades, por ejemplo, en ensayo se mantiene e incluso se recupera en formato tapa dura. Mientras que parece que el libro digital se come el mercado de libros más de usar y tirar como el paperback. En general, el libro digital está funcionando, pero más en unos géneros que en otros.
    En su estudio Nielsen US Romance Landscape Q1 2014, por ejemplo, mencionado en la página web de la RWA (Romance Writers of America, que contiene datos estadísticos sobre la industria y los hábitos lectores) el 39% de novela romántica se compra como E-book. Y subiendo, añadiría yo…
    El boom actual del subgénero erótico no se explicaría sin la existencia de la publicación digital. Hay editoriales USA que hicieron su agosto cultivando ese particular nicho de mercado en formato digital. Otra cosa es la pérdida actual de clientela por la auto-publicación, que vende mucho más barato un producto en el que la publicación editorial no implica -en ese concreto subsector- un plus de calidad muy significativo. Quiero decir, que entre la novela erótica estándar que publica una editorial y la que se encuentra autopublicada en Amazon hay escasa diferencia porque ambas suelen ser (salvo excepciones que se cuentan con los dedos de una mano) de ínfima calidad.
    Pensé que una mesa redonda sobre la lectura en digital y con editoriales y bibliotecarios presentes hablaría más sobre, verbigracia, las modalidades de préstamo de libro digital en bibliotecas, algo que ya se está haciendo en USA. Y en un podcast no hará mucho escuché de qué manera lo hacen los editores. Por ejemplo, algunos sólo admiten que el e-book se preste 25 veces antes de que expiren sus derechos y tengas que comprar otro ejemplar. También que con el libro digital los préstamos entre bibliotecas son más fáciles y nada costosos. Que incluso desde Amazon se puede gestionar la cuenta de una biblioteca y los préstamos… La verdad si ni siquiera saben lo que de verdad está pasando en otros sitios,…
    Espero con gran interés los futuros artículos que publiques al respecto.
    Ni la Literatura ni el conocimiento dependen del formato en el que se transcriban. A mi también se me hace cuesta arriba que no haya libros en papel pero… tampoco los había en los tiempos de Sófocles.
    PD: La próxima vez que algún lector de romántica se pregunte asombrado cómo es que no traducen a tal o cual autor de calidad contrastada y en cambio siguen inundando las librerías de infames clones eróticos, tengo la respuesta. No tienen ni idea de lo que está funcionando bien allá afuera.
    PD2: En mi opinión, esto puede acabar siendo como los restaurantes, que quedan sólo los muy selectos con estrellas michelín o los Fast food, desapareciendo todo lo intermedio. En papel sólo pervivirá la literatura o el ensayo, para un mercado muy concreto y de tirada limitada, y el digital comiéndose la tostada de los géneros de usar y tirar, principalmente la novela de entretenimiento.

  4. Yo tambien asistí, sorprendida también
    Conoces este ensayo?
    http://www.economist.com/news/essays/21623373-which-something-old-and-powerful-encountered-vault
    Gracias por compartir con cada post

  5. Me parecen muy interesantes los datos de porcentajes de facturación, mucho más que los muy engañosos porcentajes de venta, acerca de Roca y algunos sellos en Planeta. De todos, lo importante sería saber si esa facturación se traduce en beneficios o en pérdidas significativas, porque lo evidente es que pocas empresas (pienso sobre todo en las pequeñas), sobre todo en estos momentos, pueden aguantar tanto tiempo en una aventura que no dé beneficios mínimamente significativos, o bien dedicar una energía y unos recursos a algo que sólo a medio o largo plazo puede ser rentable.

  6. […] ¿Para cuándo una reflexión, entre nosotros, sobre el gremio que el sector necesita? ¿Para cuándo un despertar de nuestro particular dolce far niente? […]

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