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El debate en torno al cambio de paradigma en la edición tiene un alto contenido emocional. La vertiente material del libro de papel transporta a muchos a nostalgias cálidas y agradables que poco ayudan a dilucidar el futuro de un sector en crisis. De estas nostalgias vendrán nuevas amarguras y ninguna de ellas dará de comer a nadie. Acaso a los cuervos.

Un interesante debate en el grupo de Linkedin Editorial & Media 2.0 me ha sacado de mi voluntario sopor navideño. El tema lo planteó Maria Antònia de Miquel, profesional de la edición con una sólida carrera editorial y me permitió ordenar algunas ideas hasta ahora dispersas. El planteamiento de Maria Antònia era sencillo: Vender ebooks en librerías físicas: ¿Por qué no?, e ilustraba su propuesta con un ejemplo de venta de libros digitales mediante tarjetas prepago que enlazó en el hilo de la conversación, que ha dado para mucho. Se han planteado los siguientes aspectos que posteriormente analizaré:

a/ Viabilidad de la venta de ebooks en librerías a través de tarjetas prepago

b/ Que la librería ayude al lector a realizar el cambio de paradigma

c/ Convivencia del negocio analógico y el digital

Ya a principios de 2009, en uno de los primeros debates públicos sobre el libro digital en España, uno de los responsables de edi.cat explicaba cómo habían puesto a la venta tarjetas con un código mediante el cual el cliente podía bajarse el libro digital en casa. La idea, a priori, no es mala. Pero tampoco es lógica.

¿En qué sector ha triunfado la tarjeta prepago? En el de la telefonía móvil ¿Por qué? Porque satisface de una forma instantánea una necesidad simple: disponer de saldo. El consumo es aquí y ahora. Cualquier usuario que no quiera estar atado a un contrato se compra un móvil prepago y sabe que en un sinfín de lugares conseguirá tarjetas con un código que le permitirá disponer de saldo instantáneamente. Trasponer el ejemplo al libro implica imaginarnos a un lector que, andando por la calle, sienta la necesidad imperiosa e inexcusable de leer en formato digital el Ulises de James Joyce, entre raudo en la librería más cercana y compre una tarjeta prepago que sólo podrá usar en un dispositivo móvil. Con lo cual yo me pregunto dónde está el negocio.

¡Ojo! No niego que haya negocio. Lo que no tengo claro es para quien. Para el proveedor del servicio de tarjetas prepago ese negocio será uno de tantos. Para el editor será un canal transitorio con el que llevar el agua digital a su molino. Pero para el librero será una enajenación voluntaria de clientes. Pan para hoy y cierre para mañana.

¿Significa eso que los libreros deben oponerse numantinamente al libro digital? No, pero deben tener muy claro que ellos articulan el negocio del libro de papel. Sin ellos el papel no es negocio. Pero de ahí a considerar que sin ellos el libro no es negocio hay un largo camino. Ya he comentado en otras ocasiones cómo editores y distribuidores han timado al librero dorándole la píldora, regalándole la oreja –que no el oído- diciéndole lo insustituible que es para el negocio del libro. Durante un tiempo, y ante la amenaza del libro electrónico, todos se llenaron la boca con el librero –y se escudaron tras él-, diciéndole que seguía siendo una pieza fundamental del negocio del libro. Pero no: el librero es fundamental en el negocio del papel. No en el negocio digital. Para el negocio digital será básico el librero digital.

Para un librero, la venta de tarjetas prepago sólo tiene sentido si dispone de una versión digital de su librería mediante la cual trasladar sus clientes del entorno físico al entorno virtual. Debería resignarse a perder a los recalcitrantes del papel pudiendo luchar por el resto, con el potencial de ganar muchos más que, hasta ese momento, no podían ser sus clientes por simples cuestiones geográficas. De este modo la ganancia potencial de clientes sería neta, la transición de su librería física a la virtual moderadamente rápida con una conversión efectiva de la mayoría de clientes de papel en clientes digitales. Dicho librero se convertiría en un actor proactivo con el libro digital, pues la inversión necesaria para vender un libro de papel es mucho mayor que la necesaria para vender un libro digital. Sólo así veo sentido en que el librero ayude a su cliente a realizar el cambio, pues haciéndolo también lo fideliza.

 

La imposible convivencia de dos mundos

Llegamos con esto a la convivencia entre el modelo analógico y el digital. Muchas voces se alzan, sobre todo desde las trincheras del papel, diciendo que el papel tiene cuerda para rato, convivirá mucho tiempo con el libro digital y la suya será una larga, plácida, suave y dorada decadencia que dará a todos todo el tiempo del mundo para una transición sosegada del negocio. Algunos miden su ocaso en décadas. Incluso para morirse de viejo al pie del papel y con las librerías puestas, como quien dice. Por eso, dicen, vender tarjetas prepago en las librerías es un buen negocio.

Pues a mí no me salen los números. Empezaré con un dato: según el XVI Estudio del Perfil de la Distribución de Libros y Publicaciones Periódicas de FANDE, en España se sirvieron en 2010 la friolera de 211.904.823 de libros. Caramba. Suena bien. Lástima que las devoluciones alcanzaran la aterradora cifra de 59.841.421 ejemplares. El 28,2% del total de libros servidos por las distribuidoras son devueltos a las editoriales, lo que implica que se han movido dos veces. Si tenemos esto en cuenta, ha habido 152.063.402 libros que se han movido hacia el cliente y este ha comprado, pero los devueltos por la librería han causado, al ir y volver, 119.682.842 movimientos o, lo que es lo mismo: de un total de 271.746.244 movimientos, el 44% no genera beneficios ni a editores ni a libreros. Casi la mitad de la distribución de libros de papel en España sólo sirve para aumentar la cuenta de gastos de distribución. Ahora deberíamos contar los gastos suplementarios de almacenaje y procesado de los libros devueltos, incluyendo el coste de volver a poner en circulación una parte (lo que genera más movimientos) y de reciclar el papel de la otra (todavía genera más movimientos) pero… creo que no es necesario ir más allá para hacernos una idea de lo ineficiente del sistema. Por cierto, la tendencia es a empeorar, no a mejorar.

Comparemos ese 28,2% o ese 44% con lo que sucede en la cadena de valor del libro digital. En dicha cadena, esas pérdidas tienden a cero: niente, nichts, nada, res, nothing, zero, rien. Nunca son cero porque los sistemas perfectos no existen (error humano, termodinámica, etc…), pero podemos hablar, con toda propiedad, de pérdidas despreciables de eficiencia. Si a eso añadimos que no hay libros que vuelvan a ser puestos en circulación o reciclados, el panorama está bastante claro. Ningún sector con un 44% de despilfarro en la distribución de sus productos puede sostenerse (a no ser que se trate de un monopolio de iure o de facto).

Estos dos paradigmas, el analógico y el digital, han entrado en competencia. Por el momento el analógico tiene todavía un porcentaje abrumador del mercado en Europa Occidental, aunque ya menos boyante en Estados Unidos y Gran Bretaña. Pese a hallarse en su infancia, el libro digital tiene una cadena de valor de tal eficiencia, que con sólo una parte de los recursos equivalentes de la cadena analógica puede mostrar tasas de crecimiento anuales de dos o tres dígitos. El libro digital acaba de entrar en la fase pronunciada de su curva de crecimiento; todavía no es una tecnología madura y ya muestra un potencial de rentabilidad inigualable.

Siendo así, ¿por qué digo que es imposible que ambas cadenas de valor convivan mucho tiempo? Porque cada libro leído en digital no será leído en papel y eso irá erosionando la ineficiente economía de escala de la cadena de valor analógica. Llegará un momento en que editar en papel será demasiado caro –ya lo es-, habrán desaparecido demasiados puntos de venta –lo están haciendo-, los clientes menguarán y estarán cada vez más dispersos, mientras el libro digital ofrecerá todas las facilidades. Resultado: incremento de costes de impresión, de almacenaje, de distribución, de publicidad y de venta por cada ejemplar vendido. Si la curva de crecimiento del libro digital acaba de entrar en su fase pronunciada, el libro analógico está a las puertas de entrar en el abismo de su aguda curva de decrecimiento; eso sucederá sorprendentemente rápido y muchos se limitarán a balbucear un casi inaudible ¿pero qué ha pasado?

Durante un tiempo –puede que algunos años- veremos cómo se encoge poco a poco el negocio del papel. Al principio dará la sensación que, efectivamente, al papel le espera una prolongada y dorada decadencia. Desgraciadamente, llegará un momento decisivo en que el negocio fallará por ausencia de masa crítica. Entonces todo pasará muy rápido, en muy poco tiempo –mucho menos de cinco años- cerrarán casi todas las librerías, casi todas las editoriales en papel, casi todos los lectores que no hayan hecho la transición al digital deberán hacerla si quieren seguir leyendo novedades y sólo un rescoldo conseguirá sobrevivir en un negocio del libro de papel que valdrá más como objeto de segunda mano que como contenido. Los datos están ahí. Me he limitado a dar una pincelada de un problema que es mucho más gordo y mucho más complejo. Pero el problema existe y con esperanza no se resuelve: no hay dinero para sostener, a la vez y en armoniosa transición, al libro analógico y al digital.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

3 Comments

  1. María Antonia 10 enero, 2012 at 08:02

    Buen resumen de lo hablado en el debate, Bernat. Lo que dices es sensato, y estoy totalmente de acuerdo contigo en que un negocio tan ineficiente como lo es en estos momentos el de la edición en papel tiene un futuro muy negro. ¿Vendrá la salvación por el digital? ¿Harán los lectores la transición tan rápido como tú prevés? Esto lo veo menos claro. El tiempo lo dirá. Pero en cualquier caso me parece muy interesante, y necesario, que los profesionales de la edición sigamos planteándonos interrogantes en torno a su evolución y a su futuro. ¡Hasta la próxima!

  2. Hola Bernat,

    Nosotros, desde Pensódromo 21, estamos experimentando otra vía para los ebooks en las librerías: http://www.comunidadeditores.com/2011/11/give-me-5/

    Saludos,

    1. Hola Pablo,

      Es interesante, tengo que echarle un vistazo con más detenimiento. Si tengo alguna duda ya te la plantearé.

      Hasta pronto y gracias!

      Bernat

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