La aparición del libro digital ha provocado la eclosión de nuevas formas narrativas. La mayoría de experimentos son superficiales, ejercicios formales. El libro en papel suele tener mucha más profundidad que la mayoría de esos experimentos. Por eso hoy quiero comentar una propuesta nativa de Twitter que va –o podría ir- mucho más allá: @RealTimeWWII y lo que podría desprenderse de ella: Twitbook.

No me interesa el manierismo. No me interesa la enésima virguería visual, el enésimo enriquecimiento flipante de una novela digital a la que se le ha incrustado un puñado de vídeos y/o enlazado una colección de audios para convertirlo en la enésima Obra Total. Tampoco aquella narración convertida en videojuego, remedo de una colección que en mi infancia conocí como Elige tu propia aventura. En cuestiones editoriales, no me interesa el arte, me interesa aquello que mejor sabe hacer la maquinaria lógica de un libro. Almacenar, ordenar, transmitir y direccionar información –y me quedo muy corto. Es una prótesis para la información y el conocimiento humano. No niego que ciertos enriquecimientos sean embellecedores, pero la manera más eficiente de transmitir información es el verbo, la palabra hablada o leída, aunque incluso ahí puede haber diferencias sustanciales. Tampoco hablo aquí de los libros ilustrados que, necesariamente, deben ser enriquecidos con tantas imágenes, vídeos y audios sean necesarios –pero no más de los estrictamente necesarios.

Lo que de veras enriquece la palabra es el hipertexto. Su versión analógica es el sistema de referencias bibliográficas que nos permite navegar de un libro a otro, de un autor a otro, de unas ideas a otras; se desarrolló durante el siglo XVIII de la mano del enciclopedismo y todavía está vigente. La forma física del libro de papel tiene más de quinientos años, pero la forma lógica no maduró hasta hace poco más de doscientos. Luego están las capacidades recursivas e hipertextuales de la memoria humana, un terreno muy complejo para el que ni tengo espacio, ni tiempo ni, me temo, conocimientos suficientes.

Twitter tiene fama de ser una herramienta parca, incluso pedestre, para las tareas de narrativas y de edición, aunque los experimentos de microblogging y micronarrativa son interesantes. La obligación de condensar la información en 140 caracteres es a la vez debilidad y fortaleza. Debilidad porque en tan corto espacio poca cosa puede hacerse, pero una gran fortaleza si tenemos en cuenta que Twitter participa del hipertexto. Un mensaje puede contener uno o más enlaces, a lugares que a su vez contengan diversos enlaces, así sucesivamente. El emisor puede controlar toda la información enlazada, o no; lo que no puede controlar es como ordenará la información el receptor. Así tenemos una estructura anidada de la información. De un centro simple y condensado vamos atravesando capas de complejidad. Pero es algo más que un esquema en capas de cebolla. Aquí no sólo pasamos de una capa a otra de la misma cebolla. Aquí, si queremos, y la cadena de enlaces lo hace posible, cambiamos de cebolla.

 

@RealTimeWWII

Real Time World War II es una propuesta interesante. Uno de sus elementos fundamentales es el tiempo. La idea es sencilla: desde septiembre pasado, @RealTimeWWII está twiteando, en tiempo real, la Segunda Guerra Mundial. Eso significa que el ritmo de la narración durará los seis años que duró la guerra, de septiembre de 1939 a agosto de 1945.

No se centra solamente en los grandes acontecimientos, va al detalle. Pongo por ejemplo estos tres twits, emitidos consecutivamente en menos de una hora, al mismo ritmo que fueron produciéndose los acontecimientos hacia las cinco de la tarde del 21 de noviembre de 1939:

5.00PM A soldier has just seen a Heinkel 111 parachute a mine into nearby Thames Estuary. Admiralty has sent 2 experts to try & recover it

Admiralty agents Lt-Commander Lewis & Ouvry have found the German mine stranded on the Thames mudflats- it’s low tide. http://pic.twitter.com/MbrSxDaO

Lewis & Ouvry now taking a rubbing of the mine’s safety mechanism; they hope to make a non-magnetic brass tool so they can disarm it safely

En tiempo real pasa casi una hora del primero al último. Hasta el final no sabemos si la mina lanzada por los alemanes causará daños o bajas, ni si los tenientes Lewis y Ouvry conseguirán desactivarla. La perspectiva es británica y suya es la obsesión por el detalle, que es el que los aficionados británicos a la historia militar suelen padecer. También insertan enlaces, como el del ejemplo, con alguna foto, ilustración, vídeo o algún que otro documento.

Este formato narrativo tiene muchas posibilidades, por cuanto permite tratar cada parte de una publicación en una capa lógica –semántica- diferente. Cada una de esas capas, en función de su tipología y características, permite optimizar y aprovechar al máximo los recursos. Intentaré explicar la versatilidad de este formato partiendo de la conocida fórmula de colección por fascículos.

Antes de hacerlo creo necesario precisar algunos conceptos: tal como yo lo veo, un twit tiene el potencial para ser un meme, o comportarse como tal. Eso no implica que todos los twits sean memes, sino que algunos pueden serlo. No entraré aquí a polemizar sobre qué es o no un meme, literatura hay para ello. Personalmente, a parte de la aportación del creador del concepto, Richard Dawkins, recomiendo el libro de Susan Blackmore, La máquina de los memes. Pero es importante que nos quedemos con el concepto general de meme como unidad semántica. También podemos usar un símil atómico: el twit es un átomo, que se combina en moléculas –grupos de twits-, que a su vez forman materia –bloques de twits- que es la que finalmente da forma a los objetos –un libro formado a partir de twits. Ojo, en este twit-libro –twitbook?- los twits no son equivalentes a las páginas. Es algo más y a la vez algo menos.

 

¿Cómo haría yo un twitbook?

Empezaré diciendo qué debe y qué no debe ser un twitbook. Un twitbook no es un tweetbook, no se trata de pillar un montón de twits y exportarlos a PDF. Eso es un álbum recopilatorio de dudosa utilidad. Tampoco se trata de escribir un libro mediante párrafos de 140 caracteres. No aporta nada y es anti narrativo. Sería como escribir un libro a partir de Post-it: un alarde de paciencia, sobre todo para el lector.

Lo que propongo es algo distinto y sus elementos están ya inventados, pero no reunidos de forma coherente, en forma de libro, o twitbook. Lo desarrollaría mediante las siguientes fases:

a/ Dividimos la obra en bloques de twits. De momento, para hacerlo fácil, partiremos de una obra ya existente. Dichos bloques pueden ser temáticos si hablamos de una colección sobre un hobby, cronológicos si hablamos de historia, etc.

b/ Asignamos contenidos a los bloques de twits. Se trata de distribuir el texto, las imágenes, el audio, el vídeo, etc. Hacemos acopio de hipervínculos externos a la obra, enlaces que van a enriquecerla con contenido externo.

c/ Cada bloque debe dividirse en twits. Serán la unidad de información básica de nuestra colección. Programamos la emisión de los twits, para lo cual deberemos tener en cuenta diversos parámetros que comentaré más adelante.

d/ Una vez programada la emisión, preparamos los twits. Podemos prepararlos todos, o bien irlos preparando a medida que avance la “colección”.

e/ En la medida de lo posible deberá equilibrarse el contenido. Un twit no debe tener más de 140 caracteres –se puede dividir un twit en dos, pero no será recomendable para lo que vamos a hacer- y serán sus enlaces los que permitirán ir ampliando la información.

Los niveles de lectura de un libro analógico, incluso de uno digital, están empaquetados. Eso significa que al encabezamiento de un capítulo puede seguirle una entradilla –o no- y en el transcurso de dicho capítulo puede haber subcapítulos, destacados, etc. Cada uno de estos niveles jerárquicos permite realizar una lectura diferente de la obra. En función de cómo sea la obra, sus distintos niveles nos aportarán más o menos información. Por ejemplo: uno puede leer un periódico a partir de los titulares y enterarse de algo, pero es imposible hacerlo en una novela. Las obras por entregas, por fascículos, permiten más niveles de lectura. En todo caso no se pueden desligar unos de otros. Para acceder a distintos niveles de lectura debo acceder a toda la obra.

En un twitbook, en cambio, eso no sería necesario. Deberíamos poder acceder a cada nivel por separado y la obra debería seguir siendo comprensible a cada nivel –con las excepciones que comento más abajo. Para el caso que nos ocupa, nos conformaremos con 5 niveles básicos de lectura:

a/ Nivel 1: es aquel nivel formado por los twits y tiene lugar en Twitter. A partir de la lectura, en orden el correcto, de los twits, el lector debe ser capaz de comprender lo más básico de un contenido.

b/ Nivel 2: cada twit nos debe llevar a un contenido expandido mediante un hipervínculo. A partir de este punto todo se producirá en entorno HTML5+CSS3. Esta primera expansión estará a medio camino entre el twit i el contenido final, que se desplegará en profundidad. El contenido del Nivel 2 debe poder leerse sin necesidad de pasar al siguiente nivel y el discurso debe ser coherente sin él. Su extensión máxima, para entendernos, será menor que un artículo de prensa de extensión media.

c/ Nivel 3: aquí encontramos la información textual extendida. Que sea extendida no implica que sea larga: lo que quiere decir es que es el nivel de mayor profundidad textual de la obra, hemos llegado al fondo. Su extensión máxima será el de un artículo de prensa extenso, por ejemplo.

d/ Nivel 4: este nivel está formado por todos los hiperenlaces de la obra, sean internos o externos. Obviamente, no es necesario que entre ellos haya un discurso coherente, pues no son textuales y complementan al Nivel 2 y 3, aunque en ocasiones un recurso audiovisual será tan importante, o más, que el texto al que acompañe.

e/ Nivel 5: este nivel lo aporta el usuario, si lo desea. No se trata de un hashtag para permitir su participación –eso no necesita un nivel específico, sólo implementar el hashtag en Twitter- sino una capa que permita que el lector participe, comente, deje su opinión, complemente algún nivel superior con un enlace interesante, etc. El nivel 5 como tal no existe, es una capa virtual que cada lector debe poder añadir a los niveles 2, 3 y 4.

Cada nivel debe ser navegable por sí solo y su acceso implica la entrada a un grado mayor de complejidad. Es decir: una vez en el Nivel 2, pasar a todos los contenidos de ese nivel o los del Nivel 3, 4 o 5 no debe exigirme volver a Twitter. Podemos añadir tantos niveles como queramos, siempre teniendo en cuenta el público al que nos dirijamos y que construir una estructura demasiado complicada desalentará a muchos lectores.

Otra de las ventajas de un Twitbook es que no tiene por qué tener una periodicidad regular, como ya ocurre en @RealTimeWWII, aunque tampoco hay que marear al personal. También permite ajustar el contenido a medida que avanza la obra –en el caso de una colección- o incluso adaptarse a los gustos del público si se trata de una saga.

En cuanto a su comercialización, también ahí habría diversas opciones. Quizás el Nivel 1 sería gratuito, mientras que acceder a cada uno de los siguientes niveles costaría una cantidad en función del contenido y el valor añadido aportado por la obra.

Tengo la sensación de haber inventado la rueda por enésima vez, es decir, de proponer algo que ya existe. Como comenté anteriormente todos los elementos de los cuales parto ya están ahí, pero no se han unido de esta manera –o un servidor no los ha visto- en forma de twitbook. Twitter es un medio, una plataforma, una red social, una herramienta de documentación. El libro entendido como máquina de conocimiento siempre ha sido eso. Ignoro si el twitbook tiene algún futuro, pero creo que a cualquier libro digital, en un futuro, deberíamos pedirle, como mínimo, prestaciones parecidas. Eso implica, también, escribir diferente. Esa es otra historia.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

2 Comments

  1. Muy interesante el planteo de este “tipo” de rueda. Ahora hay que encontrar un autor que se quiera sumar, no? Pero me parece interesante el tema.
    Lo que si me parece que va a tener un problema: la re-lectura. Un libro de esas características es tanto un evento como libro, y por tanto va a primar el condicionante de evento sobre la obra, osea, es una experiencia única, en un instante único. Obviamente, después se puede repetir, pero tenes que tener en cuenta ese condicionante: el tiempo. Pero me parece que tenes una idea interesante para investigar.

    1. Hola Alexandros,

      Efectivamente, el tiempo es importante en este caso. También es cierto que es una propuesta no lineal, o de linealidad múltiple. En ese aspecto es diferente al de un libro de papel, pero en este último la linealidad viene impuesta por su forma física. Nuestro mundo analógico obliga a un orden secuencial determinado, orden que no siempre es subvertible o, en caso de serlo, no siempre resulta lógico.

      El reto, como tú mismo apuntas, es producir un libro como este. Es mucho más complejo que un libro lineal, pues a mí no me bastaría con realizar el experimento, se trataría de llevarlo a cabo con cierta calidad.

      Gracias por tu visita y tus palabras,

      Bernat

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