Libranda, que algo queda (III): ¿Y cómo dice que funciona?

– Maguncia, en algún momento a mediados del siglo XV… Si usted ha llegado hasta aquí es porque desea adquirir un libro impreso con tipos móviles. Hacerlo es muy sencillo, tan sólo debe seguir los siguientes pasos: – Salga de su casa, no sin antes azotar a alguna sirvienta –sólo si es estrictamente necesaria la aplicación de disciplina. – Pasee por Maguncia como tiene por costumbre. Intente que no le lancen nada desagradable desde ninguna ventana. – En cuanto vea un local donde reina el ajetreo y en el que algunos dementes manchados de tinta ponen a secar unas hojas...

/ 20 julio, 2010

Libranda, que algo queda (II)

A estas alturas del dossier de 5 páginas –conozco empresas con notas de prensa más largas- nos espera una sorpresa en cada párrafo. Vayamos por el tercero: Libranda respeta la cadena de valor del libro promoviendo la labor cultural de los autores y agentes, de las editoriales y de las tiendas on-line que comercializan el libro. Libranda no vende directamente al público final, no tiene una tienda on-line propia. Atento el sector: menos el ruin impresor y el no menos abyecto distribuidor de libros de papel, todos los presentes sacaran la tajada habitual o mayor si es posible. La frase...

/ 28 junio, 2010

Libranda, que algo queda (I)

Cuando a finales de 2008 empecé a oír hablar en serio del libro digital –después de 10 años de la aparición de los primeros e-book- me hice dos preguntas: ¿Qué haría El Corte Inglés? ¿Qué haría Planeta? Lo que pasaba en Estados Unidos se sabía de sobra. Lo que se empezaba a hacer en Gran Bretaña, Francia o Alemania, lo sabríamos al cabo de poco o, al menos, ya estaban en ello. El Corte Inglés no tardó en reaccionar. Alrededor de abril de 2009 estaba bastante claro que para Navidades ya tendrían lectores en sus grandes superficies. La Fnac y...

/ 28 junio, 2010

Verba volant, scripta manent

– Las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito permanece. El actual sentido de esta vieja expresión latina nos previene ante la volatilidad de la palabra hablada, mientras nos dice que lo escrito deviene memoria recuperable. El antiguo y original sentido, según Alberto Manguel, era contrario: debemos preferir la palabra hablada pues es capaz de llegar a cualquier parte, mientras que lo escrito es letra muerta. Este dicho latino es bifronte, como el dios romano Jano. Y como tal, también es idóneo para explorar la nueva vida del libro, una nueva vida en la cual, quizá, –sólo quizá-...

/ 27 junio, 2010