XXXX89 ICR EncuentrosV4

Con este enunciado, el pasado 16 de Marzo tuvo lugar en Barcelona la segunda edición del Encuentro de Blogs Literarios que el año pasado se celebró en Madrid. Para centrar el tema, Gonzalo Garrido, escritor, consultor y promotor de EBLS, propuso una serie de preguntas en su blog a las cuales me he permitido responder.

En este artículo no resumiré mi intervención en el último panel del encuentro –creo que en breve Gonzalo pondrá a disposición de todos los vídeos de las diferentes charlas, aquí se pueden encontrar las del año pasado– pero glosaré mi opinión sobre el tema propuesto que se enriqueció con las aportaciones de los diferentes invitados. No pretendo ir más allá de una ligera digresión.

¿A qué llamamos literatura basura?

A aquello que la Alta Cultura desprecia y que identifica como popular, poco refinado, osco, hortera, chabacano. La literatura basura lo es porque alguien la desprecia y no la consume habitualmente o nunca reconocerá públicamente que lo hace. También es una literatura industrial, pues sólo se entiende como literatura de alta rotación y gran consumo: sólo hay literatura basura donde hay una masa apreciable de público, considerada vulgar por la élite, dispuesta a consumirla. Personalmente prefiero hablar de literatura popular, hecha para el pueblo y a veces incluso por el pueblo, pero aquí me ceñiré a la denominación propuesta por Gonzalo.

¿En qué se diferencia de otro tipo de literatura?

Se diferencia en que, para su lectura, no es necesario haberse familiarizado con el Canon Cultural Occidental y, por lo tanto, no participa de los códigos de la Alta Cultura. Aplicado a la narrativa se podría contraponer la novela literaria a la novela comercial; se destacan características formales en contraste con un supuesto efectismo del gusto de una masa poco instruida en el Canon.

Como todo sistema cultural, se articula mediante referentes; alude a lo popular, no a lo culto, aunque puede integrar ocasionalmente cultismos que los medios hayan popularizado. Un caso paradigmático lo representa la saga Crepúsculo, en la cual, entre otros referentes, encontramos alusiones a Romeo y Julieta; aunque su público desconozca la relación, al tratarse de un arquetipo universal, funciona. Lo mismo sucede con las 50 sombras de Grey –es imposible hablar de basura sin mencionar la trilogía- y el la obra del Marqués de Sade: aunque las sombras son un pálido reflejo de la obra del sádico original no pueden evitar ser comparadas con él, aunque la gran mayoría de sus lectoras sólo establezca dicha relación de una forma muy lejana y estereotipada.

¿El best-seller es literatura basura?

Si asociamos best-seller a literatura basura estaremos afirmando que vender mucho es vender demasiado, que si no somos escritores malditos e incomprendidos no somos merecedores de respeto. Aunque en la Alta Cultura hay mucho escritor mediocre que juega a ser maldito, creo que hay un estándar de calidad capaz de aunar lo culto con lo popular para producir buena literatura al alcance de una minoría muy numerosa. Buenos ejemplos serían Alexandre Dumas, Jules Verne o Edgar Allan Poe; en su momento fueron considerados autores populares –y eso los situaba a un paso de ser considerados basura por la Alta Cultura de la época- mientras que hoy en día se les incluye, de manera casi indiscutible, entre los grandes de la literatura universal.

Este es un fenómeno que encontramos en muchos artistas del siglo XIX, sean escritores, músicos, pintores, entre otros: vituperados en su momento, el tiempo los recuperó porque la naciente clase media más o menos ilustrada los adoptó y se identificó con ellos. Es el caso de los escritores mencionados. Un libro muy interesante al respecto es Los bárbaros, ensayo sobre la mutación, de Alessandro Baricco (Anagrama 2009, 2ª edición).

Otra cuestión a superar es esa identificación snob entre la orientación a la venta y la falta de calidad. Vender mucho es gustar a muchos y eso, hoy en día, es para quitarse el sombrero.

¿Qué géneros son los más habituales?

Los más industrializables. La literatura basura es un fenómeno industrial, más que cultural. Creo que la literatura de género es fácilmente industrializable –como las novelas del oeste que leía el portero del edificio donde crecí- porque el lector tiene unas expectativas sencillas –que no simples- y bastante previsibles, quiere pasar un buen rato. La literatura popular es la del arquetipo y en ningún otro lugar hay arquetipos más consolidados que en la novela de género –y cuanto más de nicho, mejor.

La literatura basura debe ser barata y rápida de escribir y de editar –es decir, debe llegar a la editorial bastante pulida. Es un producto de alta rotación y de gran consumo, como los coches utilitarios o las lavadoras. Encontrar en eso un problema es no darse cuenta que no sólo es cierto, es que es necesario. Por otro lado, también debemos tener en cuenta que las tramas mainstream han ido aumentando su complejidad desde hace, por lo menos, cuarenta años, como describe Steven Johnson en Cultura basura, cerebros privilegiados (Roca Editorial, 2012); resulta que la basura está vive, crece y madura del mismo modo que lo hace el público.

¿Es mala para el lector o le ayuda a entrar en la literatura más elitista?

¿Es malo leer el Mein Kampf, el Libro Rojo de Mao, el Libro Verde de Gadafi, las novelas de Corín Tellado o Las 50 sombras de Grey? Depende del contexto. Cuantas menos luces, menos referentes; a menos referentes, menor capacidad de interpretar la realidad, más credulidad y más facilidad para ser influenciado. En la literatura la toxicidad no sólo depende del tipo de veneno ni de la dosis, sino también de a cuántas sustancias haya estado expuesto el lector y durante cuánto tiempo. La mejor literatura, en manos incultas, es peligrosa. Las obras de los peores dictadores, en manos de un lector bien instruido, le permiten interpretar y conocer mejor el mundo en el que vive.

Hay literatura basura y hay lectores basura. Hay lectores incapaces de entender cierto nivel de complejidad, que mezclan churras con merinas sin saber descifrar su propio contexto con un mínimo de acierto. Se trata de lectores con referentes vitales y culturales muy pobres; no hablo de referentes pertenecientes al Canon Occidental, sino de referentes que les permitan interpretar con un mínimo de riqueza lo que pasa a su alrededor. ¡Ojo! Afirmo que existen pero no les desprecio. Por mucho que me cueste entender que haya lectores profundamente incultos –para mí la incultura no es la ausencia directa de conocimiento sino la ausencia de discernimiento provocada por aquella- tengo muy claro que hay que editar libros para ellos, porque ellos quieren leer ciertas cosas. Como industria es lícito darles lo que piden.

No sé si puede ayudarle a entrar en la literatura más elitista. De hecho tampoco tengo muy claro eso de elitista, aunque es evidente que se hace referencia a la literatura para ciertos iniciados. Soy muy escéptico con ciertas manifestaciones artísticas que exigen a su público que acepte un credo y lo siga a pies juntillas. Desconfío de quienes consideran que todas, absolutamente todas, las películas de Ingmar Bergman son geniales y si se trata de Lars Von Trier ya ni les cuento; desconfío del que dice maravillas de Antoni Tàpies sin encontrarle ningún pero; no puedo identificarme con quien dice que se ha tragado todo el Museo Dalí sin aburrirse en absoluto –más que un museo es un enorme gabinete de curiosidades en la que se ha vertido todo, sea bueno, malo o regular. Lo de iniciarse en la élite tiene mucho más que ver con la aspiración a ascender en la escala social que a ascender en la comprensión del mundo que nos rodea. Para esto último no son necesarias élites ni elitismos: basta con leer de todo al principio, sin muchas manías, para luego ir seleccionando.

¿Es una literatura natural o provocada por la industria editorial?

En general no creo en las literaturas creadas desde la élite para el pueblo, más bien al contrario, creo que la élite apenas es capaz de aburrirse a sí misma con gran aparato teatral. La basura debe contar con un sustrato popular que la dote inicialmente de sentido y contenido, como pasaba con el teatro griego o el circo romano; debe haber un público detrás. A partir de ahí puede industrializarse.

No debemos considerar la industria como algo ajeno al público, no es un ente extraterrestre ni una rama del Club Bilderberg. El fundador de Planeta, José Manuel Lara, antes de fundar la editorial, fue carpintero, pintor, bailarín de revista y, durante la Guerra Civil, alcanzó por méritos el grado de capitán en la Legión. No fundó la editorial Planeta –que tampoco era su primera editorial- con el objetivo de figurar en el Olimpo de la cultura, sino de ganar dinero para vivir y luego, cuando el negocio fue a mejor, para hacerse rico. Puede que Lara no supiera mucho –o no supiera nada- de literatura, pero conocía bien los gustos populares. A muchos les pica, todavía, que Lara se hiciese de oro sin haber sido nunca editor y sin haber pasado por el iniciático tubo de la Alta Cultura. Recuerdo una entrevista televisiva en la que reconoció no saber cuánto dinero tenía y confesó, sin rubor, que no le gustaba demasiado leer.

A Lara, muchos, nunca le perdonaron no ser uno de los suyos. A su hijo, hoy en día, tampoco se lo perdonan. El problema para la edición española es que él nunca fue un industrial sino un superviviente y tampoco lo es su hijo, de perfil más financiero. Por el contrario, Reinhard Mohn, el empresario que convirtió Bertelsmann en un gigante, sí tenía vocación industrial. Esa es una de las grandes diferencias entre unos gigantes editoriales a los que, demasiado a la ligera, se mete a menudo en el mismo saco: así como Bertelsmann es consciente, como grupo, de sostener una parte importante de la industria editorial alemana, dudo que Planeta lo sea, o bien no parece que le importe y por lo tanto no actúa como tal. Pero incluso así, me sigo quitando la boina ante un don nadie que construyó, contra todo pronóstico, un imperio cultural-industrial.

Otra cosa que se olvida –y creo que es un olvido intencionado- es que la literatura basura sostiene el edificio de la industria editorial y permite que aquellos que nos las damos de cultos –sea lo que sea eso- podamos disfrutar de lo que nos gusta a precios más o menos decentes. La literatura basura se produce en tan masivas cantidades que permite la existencia de unas economías de escala que la Alta Cultura no podría sostener por sí sola. Bueno, no podía hasta ahora, en la que la digitalización permite, a la vez, tanto la democratización de la cultura –y la ampliación masiva del vertedero- como la independencia de la Alta Cultura de un complejo cultural-industrial que ya no necesita la basura para mantener las nuevas y livianas formas digitales de producción. Paradoja: la gauche caviar y la droite mortadelle –la basura es profundamente conservadora y de derechas, pero ese es un debate para otro día- ya no se necesitan mutuamente.

¿Qué papel juegan los críticos en su existencia?

De los críticos depende la existencia de la literatura basura, definen su perímetro: como guardianes y sacerdotes de la pureza artística del Canon Occidental, son ellos quienes marcan los límites del vertedero y quienes, siempre que pueden, expiden patentes de detritus a aquellas obras condenadas a la ciénaga. Una vez allí, los críticos las ignoran o las usan como muñeco del pim-pam-pum para denigrar a aquellos autores a quienes tienen ojeriza.

También existe la crítica basura –a mi modo de ver, todo un género literario-, esa crítica mercenaria que habla bien –o se limita a no hablar mal- de aquellas obras de amigos, conocidos, saludados, patrocinados, recomendados, hijos, sobrinos, amantes o clientes de algún abrevadero con el que haya que estar de buenas. Entran dentro de la categoría aquellas críticas –y aquellos críticos- que recomiendan en el periódico de turno los libros de la editorial del mismo grupo empresarial del rotativo. La gran diferencia entre la crítica basura y la literatura basura es que, mientras esta última existirá mientras exista quien la compre, la primera se destruye a sí misma, destruyendo su credibilidad en cada muestra de su genio.

¿Hacia dónde va este tipo de literatura? ¿Hubo literatura basura que hoy se haya transformado en literatura de calidad?

Esta literatura no va a ninguna parte porque ya está donde debe, esa es su virtud; está conectada con la cultura popular, por eso tiene éxito.

Hay baja cultura que ha pasado a formar parte de la Alta Cultura y, del mismo modo, cultura basura que se ha incorporado al canon. Puede que una obra pase de la cultura popular a la Alta Cultura, pero será más porque cambie esta última y pase a incluir valores representados por aquella. Un buen ejemplo son las novelas de Julio Verne; en el siglo XIX se publicaban por capítulos en los periódicos y se consideraba una ficción ligera y de entretenimiento. Hoy lo sigue siendo, pero el paso del tiempo le ha dado una solera que no tenía.

Otro aspecto importante es la evolución del lenguaje, tanto hablado como literario: un texto popular del siglo XIX nos parecerá esmeradamente redactado a principios del siglo XXI porque el estilo comunicativo actual es mucho más directo y formalmente menos encorsetado.

Hasta aquí mi aproximación al tema tras la charla. Dejo para más adelante la única cuestión que no he respondido de las que planteaba Gonzalo: la relación entre literatura basura y blogs literarios. Sobre eso versaba mi intervención, pero prefiero hablar de ello cuando ya dispongamos del vídeo del acto.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

13 Comments

  1. Quizás haya consenso en los casos más extremos de la cultura “basura” y la alta cultura, pero es evidente que es terreno movedizo y que el canon no es inamovible. Incluso hay obras que se escriben pensando en un determinado tipo de público y acaban siendo valorados por otro: Verne o Salgari escribían para adultos, pero más allá de entre los jóvenes no creo que se pueda hacer de ellos una lectura literaria. No la resisten. Por no remontarme a Perrault o Andersen. O mencionar el caso de algunos periodistas (Larra, pongo por caso) amplaiemente considerados y analizados como autores de piezas literarias.
    Pero fijémonos además en los términos. A mi modo de verlo sería más justo hablar sin más de alta y baja cultura (y no creo que eso sea políticamente incorrecto). Me temo que el término “cultura basura” (o literatura basura) procedan de “telebasura”, ámbito en el que no tiene además antónimo (¿o lo es “BBC” o algo similar?). Podríamos quizás hablar de “blogs literarios” y “blogs basura”. La cuestión es que es más difícil de lo que parece obtener un consenso amplio con la definición de “literatura basura” propuesta. Sobre todo cuando nos planteamos casos concretos del tipo ¿Son Henry Miller o Jack Kerouac alta literatura o literatura popular? Porque no creo que haga falta haberse familiarizado con el canon para disfrutar muchísimo de una lectura superficial de su obra. Con un conocimiento de la tradición la diferencia es que la lectura puede ser más rica y profunda, porque uno será capaz de captar las referencias e interpretarlas, reconocer las alusiones a músicos, pintores u otros escritores y captará las connotaciones de esa alusión o cita. Pero el texto será el mismo. (Una cuestión más: la enseñanza de cultura literaria, el enseñar a hacer a los alumnos una lectura literaria, no parece vivir tampoco su mejor momento.)Así, pues, la idea que que ha dejado de tambalearse para caer por completo es la ecuación megaéxito-basura. O tendremos que reevlauar obras como la Biblia o La montaña mágica.
    Me temo que hay que reflexionar más en la cuestión del estilo y el lenguaje literario, con un ojo en los valores intrínsecamente estéticos de la obra de arte y el otro en el receptor de la obra.
    (perdón por la abusiva extensión del comentario)

    1. Hola Josep,

      Estoy de acuerdo contigo, el terreno es movedizo y muy relativo, por eso no pretendo dar más que un esbozo de trazo grueso. También coincido en lo de la alta cultura y la baja cultura sin intención peyorativa, el problema en este caso es que abarca mucho que más que la literatura y va mucho más allá que su realidad industrial. Por eso, en mi caso y para este artículo, he preferido puntualizarlo como literatura popular o industrial, pese a usar el término que proponía Gonzalo Garrido.

      Tienes toda la razón en los diferentes niveles de lectura que tienen muchas obras. Eso demuestra que son grandes obras y que depende del lector sacar más o menos jugo. Por otro lado, especialmente en narrativa, tan importante es la aportación del lector en el acto de leer que la del autor. El significado se compone en la cabeza del lector y es intransferible. Eso en el ensayo es algo distinto, aunque el buen ensayo también permite diferentes niveles de comprensión.

      Gracias por tu comentario y te agradezco la extensión! es enriquecedor!

      Bernat

  2. Interesantísimo artículo que suscribo punto por punto. Yo me encuentro en ese proceso de pasar de leer un tipo de libro más llano y popular a interesarme por la literatura culta (en realidad, siempre he leído ambos estilos, pero ahora me acerco a la segunda de forma más concienciada, me he formado más y me siento preparada para apreciarla). Me ha gustado que hayas explicado que el mundo editorial se sostiene muchas veces gracias a la literatura popular, algo absolutamente cierto que por desgracia quienes critican la literatura basura no suelen tener presente. También estoy de acuerdo con el hecho de que, independientemente de que la literatura popular nos interese o no, está bien que siga existiendo porque tiene su público (no soporto a esos lectores elitistas en exceso que consideran que cualquier producción artística debe ser “culta”).

    Me quedo con las ganas de saber qué opinas de la relación entre la literatura basura y los blogs. Me parece que los blogueros no saldremos muy bien parados, pero será interesante leerte.

    Un saludo.

    1. Hola Rusta,

      Como lector he seguido esa senda, la de ir aumentando poco a poco la dificultad. Pero eso no quita para que, de vez en cuando, me sumerja en lecturas más banales; normalmente leo ensayo. De hecho, más allá de la lectura, tengo comprobado que tras un día cognitivamente ajetreado, nada mejor que un poco de telebasura o, al menos, alguna serie de televisión algo tontuela.

      En cuanto a los blogueros… bueno, hay de todo, pero ese no es el problema. Ya llegaré a este tema.

      Gracias por pasarte por aquí!

      Bernat

  3. […] ← #EBLS 2013: La literatura basura en contraposición con la literatura culta […]

  4. A mí no me parece un avance, me parece una vergüenza. Y no porque sea un moralista, sino por ver cómo se convierte en best sellers literatura BASURA para que 4 niñas mojen las bragas. El nivel de estupidez de una sociedad puede medirse muy bien comprobando qué libros son best selles en su país. Y que en el nuestro los libros más leídos estén siendo Crepúsculo, Los Juegos del Hambre, y 50 Sombras de Grey…. es vergonzoso.

    1. Hola Lesa,

      Entiendo tu punto de vista y en parte lo comparto. Pero no podemos quedarnos solamente en la dicotomía malo/bueno. Hay quien el cine Dogma de Lars Von Trier le parece una maravilla, mientras que yo pagaría para NO tener que volver a ver ninguna de sus películas. El problema no está en el consumo de basura, el problema es que la falta de cultura equivale a una falta de libertad, porque sólo la cultura permite elegir. Yo puedo elegir consumir basura, puedo elegir entre un McDonald’s (de vez en cuando tiene su aquél…) y un buen restaurante, pero quien sólo conoce la basura, no puede elegir. No hay que demonizar al lector de 50 sombras, hay que combatir la sociedad que sólo le permite conocer eso.

      Gracias por tu aportación!

  5. Buenas tardes.

    Encontré este blog por casualidad, navegando por la red y me gustaria ofrecer mi humilde punto de vista sobre este tema de la literatura basura.

    Coincido con muchos y con el autor del blog en que hay que abrir la mente y no quedarse sólo en lo que ”la alta cultura” nos ”dice” que ”debemos” leer. Yo pienso que uno puede sacar jugo de una literatura altamente calificada-como por ejemplo, La Divina Comedia de Dante Alghieri- como de una literatura más basica-Los juegos del Hambre- yo creo que todo está dentro del ojo con que se mira.

    Ahora bien, si estoy de acuerdo en que no hay que satanizar a lectores de 15 o 20 años que, influenciados por la cultura y la sociedad de su tiempo, leen novelas tipo ”50 sombras de grey” (Milan Kundera también escribio un libro con similar temática en ”La insoportable levedad del ser”) pero también pensemos en la mentalidad de ese tipo de lectores, por algo leen toda esa basura-al menos para mi, ya que desde mi punto de vista ese tipo de libros solo enseñan antivalores-. Yo creo que, si bien cada lector elige su ”tema” y autor-el cual puede ser de gran calaña o mediocre segun los canones sociales y literarios- si creo que está en la mentalidad del lector y en el trabajo del autor sobre ”x” libro saber qué se toma y qué no, qué es viable para la vida de uno y qué no, con qué valores si se identifica de la obra y con cuáles no, etc.

    No critico ninguna de las dos partes creo que ambos extremos son malos-me refiero a la clase culta y a la clase inculta-, pero si pienso que también un lector medianamente instruido debería diferenciar entre la literatura que lo beneficie y la que lo-o la- perjudique.

    Saludos.

    1. ¡Pero qué me estás container!, ¿La insoportable levedad del ser al mismo nivel qué 50 sombras de Grey?, ¿estamos locos o qué?. Milan Kundera analiza al ser humano desde un punto de vista filosófico y a la vez sentimental. Nos da un buen repaso sobre los sentimientos y las emociones a la vez que habla de todos los tipos de relaciones, desde las amistosas a las de pareja. También sitúa un contexto político qué critica y explica con bastante acierto, además de qué deja frases para el recuerdo. Porfavor, alguien qué sitúe al mismo nivel estos dos libros es para mandarlo al gulag de cabeza. No se puede comparar una obra magnífica o al menos de muy buen nivel a un puñetero libro erótico para amas de casa malfolladas. Porque encima eso es otro tema, como rompe un tabú todo el mundo cree que es espectacular. Y la literatura erótica existe desde hace bastantes años con escritor@s que darían mil vueltas a 50 sombras. Lo único que ha tenido este es buena publicidad. Buena publicidad y imbéciles dispuestos a leer basura.

  6. A mí los superventas, como norma general, siempre me han parecido subcultura para apesebrados; es evidente que la gente que los consume ni entiende de literatura ni les interesa nada que no se pueda consumir como papilla a través de un embudo. Y por supuesto tampoco les interesa pensar por sí mismos. En fin, así nos va.

  7. Los best sellers (o libros que más se venden) son siempre un espejo de la cultura literaria de una sociedad en particular. Y esa es su única utilidad, la de servir como termómetro medidor de la estulticia de masas. Es por ello que si los libros más vendidos a día de hoy en España son cosas como las memorias de una conocida estrella de la tele-inmundicia o la de plumíferos pseudomísticos y pseudoliterarios de necedad más que contrastada (no digo nombres para no hacer aún más publicidad), podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el criterio literario mayoritario en este país es de pena, está bajo mínimos o es muy mejorable. De ahí que el manido argumento normalmente usado por demagogos de variado pelaje en discusiones de esta clase acerca de que ciertos libros considerados “clásicos” hoy en día fueran superventas en su momento es absurdo, pues uno no puede pretender que la cultura literaria de una sociedad que consumía novelas como “Drácula”, “Los tres mosqueteros”, “Los miserables” o los cuentos de Edgar Allan Poe, sea la misma que la de otra que degusta con fruición la clase de subproductos que menciono más arriba.

    Y ya está, es que no tiene más discusión. En arte y literatura las cosas, al contrario de lo que piensa mucha gente, no son relativas ni opinables, sino que son lo que son y su calidad puede ser perfectamente cuantificada y demostrada de forma objetiva. Pero claro, para entender esto, hay que haber leído mucho, bueno y variado (hacerlo con las obras de gente como Aristóteles también ayuda, así como con algún que otro tratado de hermenéutica).

    Saludos.

  8. Demetrio Estevez 15 febrero, 2014 at 11:43

    El triunfo de la basura y cómo algunos mastuerzos en estado superlativo se empeñan en defenderla:

    http://www.sedice.com/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&t=42464

    El best-seller siempre ha sido y será mierda pura, pues está en las antípodas conceptuales y estéticas de lo que es la auténtica literatura y de su verdadera utilidad. La buena literatura sirve para ejercer de faro que nos ilumine el camino a la hora de reflexionar sobre la condición humana, es ante todo una herramienta formativa y cultural (una “expedición a la verdad”, como diría el maestro Kafka –éste no era superventas-) y no una forma de hacer que el tiempo pase más deprisa cuando vamos aburridos en el autobús.

    Pero decir estas auténticas perogrulladas en una sociedad oligofrénica como la nuestra es como predicar en el desierto. A tal punto de degeneración hemos llegado.

  9. Habrá que analizar también el fenómeno best seller y diferenciar de la literatura basura. Supongo que este tipo de literatura basura es como los cantantes de ahora, una moda que dentro de unos años nadie se acordará de ellos o a lo mejor recordaremos a estos autores de literatura basura por malos. A la autora de 50 sombras a lo mejor la recordaremos por ser la primera mujer en escribir como una niña de 15 años y vender millones de ejemplares, igual a los otros. También depende el tiempo.

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