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Hay quien teme por igual morir de éxito que morir de aburrimiento, o de incompetencia, o de soledad, o del fracaso más absoluto, o de cualquier otra cosa. Hay quien teme tanto a la muerte –literal o figurada- que no se atreve a nada. Tampoco debemos caer en la celebración de lo nuevo por lo nuevo; el mundo está lleno de naderías tan originales como prescindibles. Huelga decir que en eso, el sector editorial, hace lustros que reparte sopas con honda; de ciertos caldos llevamos mucho más que dos tazas.

El pasado 4 de abril se celebró en Barcelona el primer encuentro Book Machine en España. Book Machine nació en Londres a finales de 2010. Laura Austin y Gavin Summers, los fundadores de la idea, definen Book Machine como una serie de eventos, una web y una pequeña red social profesional –bookmachine.me– para las personas que están haciendo que todo suceda, sin demasiadas reglas, basándose en el contacto personal ameno y en aquellas cosas que puedan tener en común. En Londres la cosa ha tenido éxito y ya van por la décima edición. Fuera del Reino Unido y antes que en Barcelona, se han celebrado dos ediciones en Nueva York y una en Toronto.

La idea llega a Barcelona por iniciativa personal de Maria Cardona; detrás no hay una gran editorial, ni un gran distribuidor, ni una gran marca de dispositivos. Maria Cardona se ha jugado el tipo con una propuesta muy original en una ciudad resabiada y rebosante de propuestas. Con buen tino, Cardona preveía una modesta respuesta y para ello previó un local modesto –Mitte– y unos costes modestos, consiguió un patrocinador modesto –Ibuksgrup– y un invitado –Javier Celaya– que, aunque no es nada modesto –y me refiero al caché y reputación- tuvo la gentileza de no cobrar por su intervención y ofició de padrino de lujo.

Maria se equivocó: la respuesta del respetable no fue nada modesta. Asistieron unas ochenta personas, doblando las prudentes cifras previstas. Para asistir debían abonarse 5€, módicos pero disuasorios para muchos al tratarse de un acto hasta entonces desconocido. El espacio dentro de Mitte era ideal para treinta personas, pero insuficiente para las ochenta congregadas. No se previó ningún tipo de equipo de sonido y Maria Cardona –que presentaba el acto- como Javier Celaya tuvieron que hablar a pelo, con el consiguiente mosqueo del público más alejado que no oía bien lo que se decía. Más de uno se retiró a la barra del local. En compensación, el acto fue inevitablemente cercano, ameno y dio pie a un diálogo abierto entre el orador y el público.

Tan interesante como el tema tratado por Celaya -¿las editoriales deben atreverse a trabajar más con empresas start-up?- fue el tipo de asistentes. Pequeñas y medianas editoriales, algún topo de alguna de las grandes, start-ups y profesionales free-lance con un pie bien asentado en el entorno digital editorial, escritores, blogueros y periodistas culturales. El perfil encaja perfectamente con lo mencionado por los londinenses Austin y Summers: todos los asistentes están haciendo que todo suceda sin esperar que venga nadie a solucionar sus problemas. Se trata de profesionales que avanzan a pesar de la miopía de ciertos líderes editoriales patrios y de la falta de perspectiva de la mayoría de gestores públicos. Antes y especialmente después del acto se formaron corrillos y se compartieron cafés y copas –algunos cursis lo llaman networking- un aliciente tan atractivo como el tema y el orador. No había lamentos, nadie parecía arrellanarse en la frustración; había muchas ganas de solucionar los problemas, de salir adelante, de aceptar, intercambiar y promover nuevas ideas.

Book Machine llega a España porque alguien que se atreve a que las cosas sucedan, convoca a gente dispuesta a que la edición siga progresando por caminos sin trillar y sin trazar. El éxito de esta primera edición demuestra que equivocarse es muy necesario, que morir de éxito es un dulce contratiempo, que el sector necesita propuestas basadas en el diálogo y en el intercambio. Demuestran algo que muchos ya sabemos, que hay una red de profesionales que no están dispuestos a quedarse atrás. Ciertos popes del asunto, clamorosamente ausentes el pasado 4 de abril, deberían tomar buena nota.

Puede leerse una versión en catalán del presente artículo en nuvol.com

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

2 Comments

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