DOLARES

El mecanismo de subvención no asegura que se cumpla el principal objetivo cultural encomendado –contribuir al enriquecimiento del patrimonio bibliográfico español- y corre el peligro de ser un simple merendero de la industria. Una de dos: o se sirve a la industria, o se sirve a la cultura.

Que las subvenciones al libro no funcionen como debieran no es motivo para acabar con ellas; las subvenciones tienen un papel importante en la economía productiva, siempre y cuando se encaminen a la mejora de los medios industriales y no a la simple fabricación de productos. O dedicamos las subvenciones a la mejora de la productividad, o las dedicamos a mantener industrias obsoletas mediante su museización usando la cultura como coartada.

Las actuales ayudas a la edición contribuyen a la momificación del sector, especialmente esos prosaicos puntos otorgados por una encuadernación cara o por manchar más de quinientas páginas de tinta y el hecho de no discriminar ni por el tamaño de la editorial ni por el tipo de propuesta industrial.

Cualquier subvención otorgada arbitrariamente está condenada a degenerar en la merendola privada de unos cuantos. Asimismo, no debemos dejar de usar aquellas herramientas públicas a nuestro alcance que permitan fomentar la reconversión industrial de la edición. Parece un difícil dilema, pues las políticas industriales necesitan de políticos con las ideas claras pero las subvenciones culturales no pueden degenerar en simple financiación pública de la industria privada.

El gobierno debe proponer, los ciudadanos deben disponer

El gobierno debe proponer un sistema de subvenciones que incida claramente sobre el tejido industrial editorial e incentive su digitalización, a la vez que da la oportunidad a la ciudadanía de decidir qué proyectos financiar públicamente.

El reglamento que debe regir las subvenciones debe tener como principal objetivo estructural la reconversión digital del sector de la edición. Todo lo demás no debe ser subvencionado (o deben destinarse otros recursos para ello). A modo de simple borrador, dicho reglamento debería fomentar:

  • La edición digital: estableciendo que los proyectos presentados se editen, como mínimo, en digital. El papel debe ser opcional.
  • La impresión bajo demanda: en caso de imprimirse, tendrán prioridad aquellos proyectos que se comprometan a hacerlo bajo criterios de eficiencia, incluida la impresión bajo demanda.
  • Los canales de venta on-line: que contribuyan a terminar con el agujero negro de eficiencia que hoy en día representa la distribución del libro de papel. Puede consistir en su envío postal o bien su venta en librería mediante sistemas de impresión bajo demanda (ver un ejemplo).
  • Los procesos productivos digitales: primando los procesos cuyo objetivo directo sea la obtención de un archivo de libro digital (EPUB, etc.). Debemos dejar de convertir libros de papel en libros digitales, a no ser que se trate de reediciones o de la digitalización del fondo.
  • Las mejores relaciones de calidad / precio: en el caso de los libros que sigan imprimiéndose mediante imprenta, las encuadernaciones caras deben ser penalizadas y el simple número de páginas no puede ser premiado.
  • La adecuación a estándares y buenas prácticas: deben premiarse las buenas prácticas en la confección de libros digitales, pero también deben describirse y aplicarse una serie de normas para estandarizar los formatos y calidades de los libros de papel con el objetivo que alargar su vida comercial mediante la mejora de aquellos márgenes de eficiencia industrial que todavía puedan quedar.
  • La gestión del editor al editor (cradle to cradle): mediante la cual se garantiza una gestión moderna de la venta y el marketing editorial, que incluye la mejora periódica del producto y su adecuación al público, o ajuste comercial fino. Una forma de premiar esa buena gestión sería permitir, en el marco de la subvención, la exención del cumplimiento del precio fijo para el proyecto subvencionado.

Una vez definido el borrador del reglamento, debemos aclarar como se compite por la subvención que, en todo caso, seguiría siendo en régimen de concurrencia competitiva. Dicho régimen debería aunar lo mejor del actual sistema –que tiene sus aspectos positivos- con lo mejor de las herramientas sociales. Sea como sea, al final necesitaremos una comisión; de lo que se trata es que dicha comisión sea eminentemente técnica y en absoluto política; para ello debe encontrarse con buena parte del trabajo ya hecho. Esa parte del trabajo deberá hacerla cada editorial o cada autor, buscando el respaldo de la ciudadanía para su proyecto. Funcionaría del siguiente modo:

  • Empoderamiento ciudadano: el organismo impulsor de la subvención –en este caso la dirección general de turno- pondrá a disposición de los candidatos una herramienta mediante la cual recabar el apoyo ciudadano a su proyecto. Un ejemplo de herramienta de este tipo es www.change.org.
  • Campaña para recabar apoyos: cada candidatura a la subvención buscará el apoyo de su comunidad de interés y para ello podrá emplear las herramientas legales a su disposición, tanto on-line como off-line. De lo que se trata, finalmente, es de plasmar el apoyo recibido en la herramienta de empoderamiento mencionada anteriormente.
  • Opción al crowdfunding: dicha campaña de apoyo podrá incluir el crowdfunding, una manera de demostrar que hay una comunidad lo suficientemente comprometida como para participar económicamente en el proyecto. El dinero recaudado en la campaña de crowdfunding se sumaría al obtenido de la subvención, aunque es muy posible que, de tener éxito, la financiación popular haga innecesaria la subvención.
  • Requisitos para la participación: para poder participar en la campaña de apoyo ciudadano, cada candidatura deberá demostrar que cumple un porcentaje mínimo de los aspectos señalados en el borrador de reglamento anteriormente expuesto.
  • Primera criba: la primera criba consistirá en descartar el 50% de proyectos que haya recibido menos apoyo popular.
  • Segunda criba: la segunda criba será más cualitativa, midiendo el porcentaje total de cumplimiento de los aspectos recogidos en el reglamento. Según ese porcentaje, se elaborará un ranking cuya puntuación máxima será 100 y la mínima será 50. El apoyo popular conseguido anteriormente también contará como parte de la puntuación.
  • Asignación de subvenciones: siguiendo el ranking mencionado, se irán asignando las subvenciones empezando por aquellos con mayor puntuación; en ningún caso se financiará más del 50% del proyecto subvencionado. Por ejemplo: si un proyecto obtiene 86 puntos, se financiará el 43% del mismo. Como ningún beneficiario de la subvención puede tener menos de 50 puntos, el mínimo que se obtendrá será el 25% de ayuda pública. Este sistema de asignación es muy parecido al del actual reglamento. Se irán concediendo subvenciones hasta agotar los fondos, con lo que no se puede asegurar que aquellos que pasen la segunda criba reciban una subvención, sino los mejores de entre ellos hasta agotar los recursos.
  • Publicación y transparencia: todo el proceso deberá ser público y transparente, publicando las subvenciones concedidas y las razones de su concesión.

¿Mediante este sistema es imposible el pucherazo o el dedazo ministerial? Todos los sistemas humanos incluyen cierto elemento de discrecionalidad, pero debemos ir en la dirección de dejar cada vez menos espacio a la arbitrariedad.

Dudo que las Administraciones Públicas y los principales organismos des sector se alíen para impulsar la muy necesaria reforma del sector, ese aterrizaje suave que en su día fue posible, que hoy ya es aterrizaje forzoso y que en poco tiempo se convertirá en catástrofe industrial. Ideas y herramientas no faltan, unas mejores, otras peores, algunas más acertadas, otras menos, pero si aquellos que tienen la llave del sector no hacen nada, llegaremos cada vez más tarde. O no llegaremos.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

8 Comments

  1. […] primero expone el funcionamiento y es el más aburrido. En el segundo se describen los problemas y en el tercero se proponen reformas. Se pueden leer por separado, pero a riesgo de perder la imagen de […]

  2. […] ← Subvenciones a la edición 2012 (1): funcionamiento Subvenciones a la edición 2012 (y3): reformas → […]

  3. […] Subvenciones a la edición 2012 (y3): reformas | verba volant, scripta manent. […]

  4. […] Bernat Ruiz Domènech Posted on 5 enero 2013 […]

  5. Gracias por tu ilustrativo articulo, en 3 capítulos.
    Hace varios años que no nos presentamos a este tipo de convocatorias. Los primeros años de vida de Ediciones Noufront presentamos en varias ocasiones toda la documentación para estas subvenciones. Fue una experiencia muy frustrante, porque pasamos el corte en varias ocasiones, pero después no aparecíamos en la lista definitiva.
    Mirando el tema con perspectiva creo que ha sido una ventaja para nuestro proyecto. Ahora que las ayudas están desapareciendo, o concentrándose en grupo planetarios como planteas en el articulo, mucho de los clientes que tenemos el http://www.produccioneditorial.com lo están pasando realmente mal por haber basado parte de su programa editorial en esta, u otras convocatorias.
    Como te decía, gracias por tus comentarios.

  6. […] No dudo que otras industrias, como la cinematográfica, funciona de manera parecida y que esto pasa en otros países de la UE. Pero que sea un mal de muchos no tiene por qué consolarnos. En la siguiente y última entrega propongo la reforma de las subvenciones: Subvenciones a la edición 2012: reformas (y3) […]

  7. […] no puntúe lo suficiente y no pase el primer corte, el más decisivo (ver la primera, la segunda y la tercera parte de un artículo que dediqué a la cuestión). Con las subvenciones autonómicas pasa algo muy […]

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