El Ayuntamiento de Málaga decidió, el pasado mes de Mayo, dotar a su red de bibliotecas municipales con 434 e-readers para el préstamo a sus usuarios. Manuel Gil se hace eco de la noticia en su blog Antinomias y se muestra frontalmente en contra. Yo, en cambio, estoy a favor de una iniciativa como esta que sólo puedo calificar de afortunada.

El Ayuntamiento de Málaga adquirió 434 e-readers Papyre 613 de Grammata a la empresa Microcad (ver nota de prensa de Europapress). Dichos lectores van destinados a su red de 18 bibliotecas municipales, se distribuirán según la demanda de cada centro, incluyen formación a los bibliotecarios y un software específico para la gestión de los e-readers en las bibliotecas. Cada e-reader incluirá 100 títulos libres de derechos más 500 títulos descargables adicionales. El coste total del proyecto es de 73.759 euros.

No tengo por costumbre rebatir los argumentos de otro blog mediante un artículo. No lo he hecho en más de cien entradas y no tenía intención especial de hacerlo porque no veo muy constructivo lanzar el blog a la cabeza de nadie y prefiero limitarme a discrepar en su hilo de comentarios. Manuel Gil arremete contra la decisión del consistorio malagueño y cierra su artículo con seis preguntas cuya respuesta deja retóricamente en el aire. Excepcionalmente me permitiré el atrevimiento de responderlas aquí. Ilustraré el tema con un fragmento del artículo publicado en Antinomias:

A una persona con vista cansada no se le ocurriría ir a una biblioteca a solicitar unas lentes para poder leer libros prestados por la biblioteca. Tampoco parece lógico ir a solicitar un lector de dvd para sacar una película de la biblioteca y visionarla en casa.

El propio autor reconoce, literalmente, que es una memez, un ardid ilustrativo. Acepto el recurso, pero creo que las comparaciones no proceden, pues un e-reader es algo más que una simple prótesis física –como las gafas- o un simple reproductor de información –como el DVD. Un e-reader es una prótesis intelectual y de conocimiento del mismo modo que un libro de papel es una prótesis de memoria: gracias él podemos almacenar y recuperar contenidos que, de otra forma, nos veríamos obligados a retener en nuestra precaria memoria o resignarnos a perder. No es un simple reproductor como el DVD; el cine ya nació exigiendo un soporte –el celuloide- y un reproductor –el proyector- para poder disfrutar de las películas. El caso del libro digital es diferente: tras 500 años de imprenta el contenido y el soporte se separan. Estamos metidos en una transición que subvierte el orden establecido, una subversión que Manuel Gil conoce mucho mejor que yo.

Como él, yo también encuentro cuestionable que los e-reader deban prestarse en bibliotecas, pero mi duda concierne al día en que el libro digital esté tan normalizado que poseer un e-reader sea como tener un televisor y su préstamo en bibliotecas sea innecesario. Tras estas precisiones, paso a responder las seis preguntas que Manuel Gil formula en su artículo:

¿Demandaban los usuarios malagueños este servicio a sus bibliotecas?

Muchas veces los usuarios no demandan nada concreto. Los modernos lectores de libros de papel no se manifestaban ante las editoriales exigiendo libros digitales y los habitantes de la Maguncia del siglo XV no demandaban a gritos un libro impreso de forma estandarizada mediante tipos móviles. Nadie pidió, primero a Newcomen y luego a Watt, la máquina de vapor que mecanizó la impresión en el siglo XIX, ni la rotativa, ni la impresión offset. Por no pedir, nadie pidió la creación del índice moderno de contenidos que apareció a caballo del siglo XVII y XVIII. El progreso no llega bajo pedido, suele viajar a lomos de inventores, visionarios y/o tecnólogos y puede estar promovido por emprendedores que detectan de forma precoz un nicho en el cual la introducción de una mejora puede aumentar la eficiencia de un mercado, abrir un mercado nuevo, mejorar la vida del ser humano, o bien las tres cosas a la vez, más los desastres involuntarios –o no- que a veces los acompañan.

¿Qué quieren leer en esos dispositivos, bestseller, libros infantiles, ficción, literatura clásica?

¿Qué leen normalmente los usuarios de las bibliotecas malagueñas? Eso será lo que quieran leer, con las limitaciones propias de una tecnología como la de los actuales e-reader. Descartando los libros infantiles y los ilustrados –entre otros- tanto la novela, el ensayo y la literatura clásica estarán a su disposición en digital, siempre y cuando las editoriales sigan haciendo sus deberes digitales.

¿No habría sido más eficiente el destinar esos setenta mil euros a comprar libros en papel a través de las librerías malagueñas?

Rotundamente, no. Hubiera sido más provechoso para la cadena del libro de papel y para los libreros de Málaga, pero eso no tiene por qué formar parte del interés general. Más allá de eso, como nueva tecnología, el libro digital tiene un potencial de mejora de la eficiencia que el libro de papel ya casi ha agotado –y uso el casi porque en España la cadena de valor del libro de papel sufre unas ineficiencias espeluznantes.

¿Era imprescindible comprar esos eReaders probablemente para un uso más que minoritario de los mismos?

Si nos circunscribimos al uso minoritario –que, en todo caso y a priori, desconocemos- probablemente no era imprescindible. Imprescindibles, en esta vida, hay muy pocas cosas, yo preferiría hablar de necesario. Y en este caso sí empieza a ser necesario que las administraciones públicas introduzcan medidas de apoyo y difusión de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos, especialmente en aquellos, como el del libro, en los que el sector privado hace dejación irresponsable e injustificada de sus obligaciones. El caso de las bibliotecas es todavía más necesario, pues sirven a una gran cantidad de usuarios que, de otra forma y a causa de su edad o situación económica, tardarían demasiado en acceder a los nuevos soportes y, por lo tanto, quedarían descolgados.

¿Están los bibliotecarios de acuerdo con semejante gasto?

Posiblemente no, pero es que no tienen por qué estar de acuerdo, aunque espero que al menos se les haya consultado –cosa que desconozco. Si tuviéramos que consensuar con todos los grupos de opinión y/o de presión la implementación de políticas innovadoras, apenas habríamos salido del Neolítico. El ser humano –el hispánico especialmente- siente aversión natural al cambio, a lo diferente, a salir de su esfera de confort. Es natural, nos pasa a todos, pero eso no justifica el inmovilismo.

¿Alguien me puede suministrar el dato de cuánto dinero ha invertido el ayuntamiento de Málaga en dotación bibliográfica para sus bibliotecas en estos dos últimos años?

Hurgando en los presupuestos del Ayuntamiento de Málaga de los ejercicios 2012 y 2011, en el apartado Bibliotecas Municipales y bajo el epígrafe Prensa, Revistas, Libros y Otras publicaciones he hallado lo siguiente:

2011: 51.917,68 €

2012: 57.881,00 €

El presupuesto se ha incrementado más de un 11% en plena crisis. Aunque la inversión en libros nunca sea objetivamente suficiente, este aumento no puede motivar la queja de los libreros. Estas cifras plantean un interesante interrogante: ¿cómo es posible que el presupuesto en adquisición de fondo sea menor al presupuesto de los 434 e-readers? Una de dos, o bien al Concejal de Cultura se le ha ido la pelota con el presupuesto, o bien el dinero ha salido de otro lugar. Dos son los posibles lugares con partidas suficientes en el presupuesto de 2012: el Instituto Municipal del Libro –una admirable rareza- o bien la partida de Nuevas Tecnologías. Es decir: lejos de haber perjudicado a los libreros malagueños, estos han hecho un 11% más de negocio y, además, las bibliotecas de Málaga ahora disponen de e-readers para el préstamo; si los libreros malagueños se digitalizan adecuadamente podrán vender libros digitales a la administración. Teniendo en cuenta –y si la memoria no me falla- que por debajo de los 18.000 euros una administración pública puede comprar a dedo, lo tienen bastante fácil. Si añadimos que el presupuesto municipal destinado a la Feria del Libro de la localidad se ha congelado en sus buenos 70.000 euros y no ha menguado, opino que las gentes del libro no pueden estar descontentos con Ayuntamiento de Málaga.

El libro, una cuestión de política cultural

Más allá de cifras y medidas concretas necesitamos empezar a pensar qué queremos ser cuando seamos digitales, porque todavía no lo somos. Todo proceso de cambio genera desequilibrios y situaciones que, vistas desde el statu quo, pueden parecer injustas; otra cosa es que lo sean. Estoy convencido que el aumento de prestaciones del libro digital en comparación con el libro de papel y el aumento de eficiencia de la cadena del libro digital en comparación con la de papel deberían provocar que nos tomáramos la digitalización como una oportunidad. La decisión del Ayuntamiento de Málaga es una de esas decisiones que cuestionarán lo existente; de cada cual depende tomárselo como el fin de su mundo o como una posibilidad de acceder a un nuevo mundo algo mejor. Lo que debemos asumir es que algunos deberán perder si deciden no adaptarse.

La digitalización pone de manifiesto que la política cultural y del libro no puede limitarse ya a asignar una serie de recursos para la compra de fondos, no puede quedarse en el impulso de bienintencionadas –pero risiblemente ineficientes- campañas de fomento de la lectura ni en la enésima demanda de un menor IVA para el libro –o su exención total; todo eso sólo ataca la superficie del problema. El cambio de paradigma es un reto para el que debemos encontrar soluciones para mejorar la industria, no un problema insoluble que sólo dé al traste con lo existente.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

5 Comments

  1. Se me genera una duda: ¿Por qué no compraron en Grammata directamente, en vez de a un intermediario?

    Por lo demás, hay una razón que puede con todas las demás: la ventaja de un ereader para una persona mayor con la vista deteriorada, o para cualquier otra persona con discapacidad visual severa (que no total). Aumentar el tamaño de fuente permite seguir leyendo a mi suegra, lectora furibunda, lo que no habría podido hacer tras una operación de cataratas que salió rana.

    Las bibliotecas YA tenían fondos de papel. Pero estas personas quedaban desatendidas. Algunas de ellas no pueden adquirir un ereader porque 120 euros es demasiado para sus economías, así que bendito sea que aún quedan restos del Estado del Bienestar que mantienen sensibilidad hacia las personas menos afortunadas que la media (en este caso, discapacidad visual + renta baja, sólo atendido por préstamo de ereader)

    1. Hola Juan Luis,

      Puede que no compraran en Grammata directamente porque Microcad les ofrecía el servicio llaves en mano, es decir, la preparación de los equipos, la formación a los bibliotecarios y, supongo, el servicio post-venta, mantenimiento, etc. Aunque estos trastos no necesitan mucho mantenimiento, al ser una iniciativa nueva supongo (o quiero creer) que la administración quiso ser prudente.

      Las ventajas para la gente mayor y/o sin recursos y/o con deficiencias visuales son evidentes, como muy bien dices. Rizando el rizo, hay personas que, por vejez o deficiencia física, no puede sostener entre sus manos un libro de papel que sea muy pesado (para ellos), pero sí un e-reader. Una vez te acostumbras, casi sólo le voe ventajas. El casi es porque la cosa todavía necesita desarrollo.

      Gracias por pasarte por aquí!

      Bernat

  2. Creo que Grammata no vende directamente a nadie. Lo intentamos para un caso concreto con una persona conocida dentro de la empresa y nos trasladó a su red de intermediarios.
    Gran artículo, esa vía de préstamo y ayuda al uso es la que debió seguir el Circulo de Lectores y no esa infame plataforma para leer en ordenadores y tablets, pero no ereaders de tinta electrónica.

  3. Jesús J. de Felipe 13 septiembre, 2012 at 10:28

    Me parece que en tu argumentación, Bernat, no se analiza la conveniencia de que un hardware de uso individual y particular (ereader, tablet, pc, TV, y por qué no un frigorífico para uso del servicio de los bancos de alimentos, etc) sea considerado un bien de interés público para ser adquirido por una administración y alquilado, prestado o regalado cualesquiera que sean los servicios de posible interés publico que se presten a través de los mismos.
    El acceder a libros y documentos electrónicos mediante bibliotecas públicas es un gran avance muy importante, dados los elevados y crecientes costes de subscripción electrónica a bases de información y contenidos de interés, y con un gran impacto en la difusión social de la cultura y el conocimiento. Promover por parte de las instituciones públicas el uso de nuevas tecnologías mediante educación, políticas de consumo e información, promoción de la competencia entre plataformas y proveedores y de estímulo a la inversión en infraestructuras de telecomunicaciones es también muy necesario e importante.
    Promover, sin embargo, inversiones públicas en cualquier tipo de terminal para que se pueda acceder a los contenidos es una miopía característica de funcionarios acostumbrados a disparar con pólvora ajena y que nunca asumen la menor responsabilidad por sus actos. La historia reciente esta llena de fracasos caracterizados por esta miopía de considerar a los terminales de acceso como las principales claves para el éxito de la difusión de cualquier contenido y han estado promovidos tanto por empresas privadas, aunque los accionistas y directivos de estas asumen generalmente los costes de sus errores, como instituciones públicas. Lamentable de verdad que todavía y con la que corre estemos dedicando tiempo y dinero a estas perlas estrambóticas.

  4. […] ¿Librinos? Crónica de una muerte editorial anunciada | verba volant, scripta manent »    Las acertadas compras de la red de bibliotecas públicas de Málaga | verba volant, scripta manent by Vázquez, 09.14.12, tweetmeme_style = 'compact';tweetmeme_url='http://valordecambio.com/2012/09/14/las-acertadas-compras-de-la-red-de-bibliotecas-publicas-de-malaga-verba-volant-scripta-manent/';Las acertadas compras de la red de bibliotecas públicas de Málaga | verba volant, scripta manent. Posted on 12 septiembre 2012 . Bernat Ruiz Domènech […]

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