El pasado 25 de mayo abrió una nueva edición de la Feria del Libro de Madrid, que no cerrará hasta el próximo día 10 de junio. Como de costumbre se aprovechó la rueda de presentación del certamen para verter vitriolo sobre Amazon en particular y sobre lo digital en general.

Comentaré un par de ejemplos sacados de un interesante –por lo sesgado- artículo en lainformación.com (algún día deberíamos hablar de la monomanía que los medios de comunicación tienen con Amazon). Empezaremos con las declaraciones de Fernando Valverde, presidente de CEGAL y secretario de la Feria:

Amazon es el enemigo número uno que tenemos las librerías. No respetan el precio fijo del libro y, por eso, hemos presentado una demanda contra ellos

Si CEGAL tuviera de demandar a todos los que transgreden el precio único, peligraría todo el sector editorial español; la ley que lo regula contiene suficientes salvedades y excepciones como para poder hacer lo que a uno le viene en gana cuando mejor le convenga. La misma ley que a ellos les permite reventar sus propios precios durante la Feria – ¡qué cosas!- le permite a Amazon rebajar sus libros. Que CEGAL no sepa cómo responder comercialmente a la competencia de Jeff Bezos es otra historia y habla más de la incompetencia de los primeros que del bordeo legal del segundo.

Teodoro Sacristán, otro de los popes de la Feria, parece no darse cuenta de las consecuencias de soltar esta lindeza:

No hace falta ir a El Retiro para comprar un e-book. La gente puede hacerlo desde casa. La Feria tiene otros alicientes

Exacto: no hace falta ir a El Retiro para comprar un libro. La gente ya puede hacerlo desde casa. Póngase en el lugar de sus clientes, dígame cómo ve el futuro y obre en consecuencia.

¿De qué va la Feria del Libro de Madrid?

La Feria de Madrid es un instrumento mediante el cual tres entidades privadas se apropian del libro como objeto cultural y lo manejan a su antojo, disfrutando de sustanciosas subvenciones y despistando al personal afiliado; viven del libro de papel asociado al precio único y protegen sus intereses creados contra viento y marea. De lo contrario no se comprenden los siguientes fragmentos del Reglamento de la Feria. El Capítulo III, Artículo 5, nos informa de quien puede participar (extractado, ver original):

1. Los libreros que sean miembros de la Asociación de Empresarios del Comercio del Libro de Madrid (Gremio de Libreros) […].

2. Los editores […] miembros de Asociación de Editores de Madrid [o] miembros de asociaciones federadas en la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) […].

3. Los distribuidores de libros que: a) tengan su domicilio social en la Comunidad Autónoma de Madrid; b) […] sean miembros de asociaciones […] federadas en la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE) […].

4. Los servicios de publicaciones de organismos oficiales e instituciones públicas.

5. Cualesquiera otras empresas, asociaciones profesionales, organismos públicos, patrocinadores u otros no contemplados en el presente artículo, que sean expresamente invitados por la comisión organizadora.

Aplicando EgoGlass, (producto patentado por la Patrulla de Salvación, aplicaciones prácticas aquí y aquí) veremos que el significado de los anteriores artículos en realidad es el siguiente:

Pueden participar los que ya están pasando por el aro, las administraciones públicas que sueltan las subvenciones y aquellos a quien caprichosamente nos dé la gana invitar aunque no cumplan los requisitos.

Simple caciquismo. La Feria, consciente que la realidad es diversa amén de tozuda y no siempre sumisa a su voluntad, incluye en su reglamento un interesante Artículo 6 donde se enumeran los sujetos explícitamente excluidos:

(i) Los libreros que no desarrollen su actividad a través de un establecimiento abierto al público que cuente con las licencias que resulten necesarias para desarrollar su actividad en el local de que se trate o que no desarrollen su actividad con sujeción a un determinado horario comercial. Lo anterior supone la exclusión de, entre otros, quienes se dediquen a la venta a distancia o a la venta a domicilio de libros.

(ii) Los editores que se dediquen principalmente a la autoedición de libros, y las empresas de servicios editoriales.

(iii) […]

(iv) Los libreros, editores, distribuidores y servicios de publicaciones de organismos oficiales e instituciones públicas que se dediquen únicamente a la venta, edición y distribución, respectivamente, de libros en edición digital publicados en Internet o mediante cualquier otro soporte distinto de la tradicional edición impresa en papel.

Esto no es necesario traducirlo ni interpretarlo pero, por si no queda claro, así es como el tinglado se convierte en la Feria del Libro de Papel sujeto al Precio Único editado como Dios Manda y vendido por Libreros con tienda a pie de calle de Madrid.

Esa no es la Feria del Libro de Madrid. Esa es la Feria de algunos libros de Madrid. De los libros que un puñado de inadaptados tecnológicos han decidido que eran libros auténticos, de verdad, de raza, ¡como Dios Manda, coño! (sic). Ninguno más. Que con su pan se lo coman y en su irrelevancia pataleen. Lástima que, en su cerrilidad, arrastrarán a tantos incautos como crédulos salgan a su paso.

 

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

3 Comments

  1. Pues está todo dicho, tanto por ti como por los artículos del Reglamento que expones… no los conocía, sólo intuía, pero la verdad es que superan con creces a lo que imaginaba. Menuda caradura y conchabeo… y pandilla de incautos que hemos sido siempre.
    Hay que montar “ferias del libro” alternativas. Y me pregunto cómo será el reglamento de la de Frankfurt, o el de la de Guadalajara en México.
    Un saludo, Bernat

    1. Hola Sofía,

      Yo tampoco los conocía, pero a tenor de las declaraciones de los personajes (en el artículo de lainformación.com hay más) tuve curiosidad. Me pareció increible e indignante.

      Efectivamente, hay que montar alternativas, porque las de siempre -o al menos muchas de las de siempre- no van a dar el paso, o lo darán demasiado tarde. Si fuera timidez o lentitud lo comprendería. Pero es hostilidad frontal y pretensión de marcar qué es y qué no es un libro. Y contra eso debemos luchar.

      Es posible que Frankfurt o Guadalajara u otras digan cosas parecidas, pero creo que hay una gran diferencia en el estilo. En todo caso, ya me has puesto deberes: tendré que darme un paseo por lo distintos reglamentos.

      Gracias una vez más por pasarte por aquí!

      Bernat

  2. Parece que en los ultimos años todo el mundo cree que la industria de la musica es un fraude controlado por algunos SGAEsianos, pero lo que la gente no se da cuenta es lo viejo, refinado y extendido que está el mismo problema, o peor, en el mundo editorial (me niego a llamarlo industria).

    A causa (o a consecuencia) de esto somos editores desde hace muchos años. Y hemos llegado a una conclusion abrumadora: o pasas por su aro, o mueres…hasta ahora. Porque precisamente la lentitud de movimientos de estos descomunales dinosaurios tecnológicos es lo que nos va a permitir a los “minúsculos”, sacar un poco la cabeza.

    El problema vendrá después, cunado se den cuenta de lo que estamos haciendo y, a fuerza de talonario, monten algo similar, mas grande, y en menos tiempo…y volvamos a tener lobby.

    Los ciclos de la vida, parecen 😛

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