Hace tiempo, mucho tiempo, que los prebostes del envasado de contenidos (léase gremio de editores) defienden que al libro digital se le aplique el mismo IVA que al de papel. Incluso defienden el IVA al 0%, es decir, dejar al libro exento del impuesto. Ellos dicen que esta medida hará aumentar la lectura. Falta que lo demuestren.

Un documento condensa los principales argumentos a favor de rebajar o eliminar el IVA, se llama Para leer más, IVA cero y fue perpetrado por la Federación de Gremios de Editores de España, con la adhesión de distribuidores (FANDE), libreros (CEGAL) y escritores (ACE). Lleva fecha de abril de 2010 y fue publicado en plena polémica por la distinta fiscalidad aplicada al libro de papel y al libro digital. Lo que pide la FGEE no es que el del digital se equipare al de papel, sino que ambos disfruten de la exención total de IVA. De entre las diversas inconsistencias del documento, destacaré un par de párrafos:

Si impulsar la lectura siempre será una política europea atinada, fomentarla en España supone además una apremiante obligación. Es verdad que los tipos españoles no son los más gravosos de la Unión Europea, aunque sí son superiores a los de Reino Unido, Irlanda o Luxemburgo, entre otros. Pero lo que sí es mucho más importante y mucho más grave es la distancia que nuestro país aún mantiene con el resto de Europa en cuanto al número de lectores.

Es obligación de todos contribuir a superar este “mal endémico” de una vez y para siempre. La convergencia española con el conjunto de la Unión no solo pasa por criterios económicos, sino que requiere, sobre todo, que los españoles se homologuen a los europeos en húmero de lectores, en horas de lectura, aspectos que, como ya se ha demostrado, son decisivos también en el campo macroeconómico.

Ya demostré en su momento –seguro que no soy el primero- que los aparentemente bajos índices españoles de lectura responden a una serie de circunstancias históricas. Además, dichos índices hace muchos años que recortan distancias con los de los países desarrollados que nos aventajan, como Francia, Alemania o Suecia. Una vez alcanzado cierto umbral de alfabetización, el aumento de la lectura sigue al desarrollo socioeconómico, no al revés como se empecinan en hacernos creer. La lectura se impulsa en casa, la escuela acaso sirva de apoyo, las bibliotecas públicas son un complemento indispensable y las campañas en pro de la lectura causan risa floja. Aquellas personas que, ya maduras, se aficionan a la lectura no lo hacen motivadas por ninguna campaña, sino seducidas por el ejemplo de alguien cercano; es el modelo de transmisión familiar de buenos hábitos trasladado a un círculo social más amplio.

Una pregunta incómoda…

¿Qué ocurriría si el Gobierno (o la UE) rebajara el IVA del libro al 0%? Los más despistados pensarán que eso se traduciría en una rebaja del precio del libro, me refiero al Precio de Venta al Público, PVP. Parece lógico, ¿no? Lo parece, el problema es que el del libro es un sector donde la lógica no siempre encuentra su lugar. Lo que sucedería en realidad es que cada actor de la cadena del libro intentaría arañar una parte para mejor cuadrar sus números. Al final, más pronto que tarde, los lectores acabaríamos pagando lo mismo tanto en papel como en digital y los autores tampoco verían mejorar demasiado su estipendio.

¿En qué me baso para decir eso? Primero explicaré cómo funciona el IVA –muchos ya lo saben, será tan sólo un resumen esquemático. El Impuesto sobre el Valor Añadido es un impuesto indirecto soportado, en última instancia, por los consumidores. Eso significa que cada actor de la cadena de valor del libro añade un porcentaje en concepto de IVA. Luego el Estado retorna a cada uno de esos empresarios el IVA que han tenido que pagar. Es el consumidor quien, al final de la cadena, paga el IVA que se ha ido acumulando sin que tenga derecho a devolución. Normalmente el porcentaje de IVA siempre es el mismo (18%), a no ser que por una u otra razón entre dentro del tipo reducido (8%) o súper reducido (4%). Dicho porcentaje lo soporta (casi) toda la cadena de valor del libro, ya que según el punto 2 del Artículo 91 de la Ley 37/1992, de 28 de diciembre del Impuesto sobre el Valor Añadido:

Dos. Se aplicará el tipo del 4 por 100 a las operaciones siguientes:

[…]

2º. Los libros, periódicos y revistas que no contengan única o fundamentalmente publicidad, así como los elementos complementarios que se entreguen conjuntamente con estos bienes mediante precio único.

Se comprenderán en este número las ejecuciones de obra que tengan como resultado inmediato la obtención de un libro, periódico o revista en pliego o en continuo, de un fotolito de dichos bienes o que consistan en la encuadernación de los mismos.

Es decir, que declarar el libro producto exento de IVA supondría que aquellas partes de la cadena implicadas en la fabricación de un libro –y ¡ojo! que el distribuidor y el librero quedarían fuera- dejaría de pagarlo. Desde los procesos de elaboración de materia prima del papel hasta el encuadernador, todos los actores intermedios, editoriales incluidas, dejarían de aplicar el IVA. Y de pagarlo.

De la noche a la mañana aparecería un hueco del 4% en forma de ahorro o ganancia potencial. Con el esquema del precio fijo del libro, tanto distribuidores como libreros no notarían la diferencia. A ellos les daría exactamente igual, pues su margen seguiría siendo el mismo, aunque ciertos mecanismos del pago del impuesto podrían dejar una mejora marginal del 1% en manos del librero. Ergo, aquellas operaciones más cercanas al consumidor, la de distribución y venta, quedarían alejadas de la exención y no ganarían (casi) nada. Si bien al principio el consumidor notaría cierta mejora en los precios al poco tiempo los auténticos beneficiados de la exención del IVA llenarían el margen, pues el precio de un producto no se establece sólo a partir de sus costes, sino de lo que el mercado está dispuesto –o acostumbrado- a pagar, dejando los precios como antes.

Un corralito para los autores

En algún párrafo anterior he dicho que los autores tampoco se beneficiarían de la exención del IVA. Eso es así por dos motivos:

a/ Actualmente su trabajo ya está exento de IVA, con lo cual no disponen de ningún margen de ganancia en ese aspecto (puede consultarse la misma Ley mencionada en este artículo para ver quién está exento).

b/ Están sometidos a la economía de la escasez del paradigma analógico del libro.

Ampliaré el segundo punto: la cadena del libro de papel impone que todo aquél autor que quiera publicar debe pasar por el tubo del editor. Puede auto publicarse de forma marginal, pero publicar de verdad –que es aquello a lo que aspira cualquier autor- hasta ahora dependía de un editor. Eso implica que el sistema tiene una llave de paso y que dicha llave de paso se encuentra en muy pocas manos. Esas manos están interesadas en crear escasez para controlar la oferta y mantener los precios tan altos como sea posible. Puede que los autores, al ver que hay un nuevo pastel a repartir, pidan su parte pero ¿de veras tienen algún poder de presión ante un editor que puede limitarse a decir NO y pasar a editar a otro menos rezongón? Sólo los escritores de best-seller tienen fuerza como para exigir una renegociación, pero su reino no es de este mundo. Alguien debe estar pensando en los agentes literarios y sus artes negociadoras. Sí, ya, claro.

Resultado: eximir del IVA al libro sólo prorrogaría la agonía de un sector altamente ineficiente, retrasaría la imperiosa necesidad de reconversión, no ya hacia la digitalización, sino hacia la simple modernización de los procedimientos analógicos actuales y sus estructuras. Sorprende que panfletos como el mencionado en este artículo reciban el apoyo de distribuidores, libreros y autores: eso demuestra cuán engañados están, cuán rehenes son o cuán bien alimentadas están las cúpulas de sus órganos de representación.

 

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

2 Comments

  1. Bueno, aquí tengo que hacer una observación ética.
    Me da lo mismo si el sector del libro es sostenible o no a largo plazo con un determinado régimen impositivo u otro. Creo, sencillamente, que lo ético es no imponer a los libros —sean digitales o analógicos— el IVA de un artículo de lujo. Si por hacer lo ético alguien que vive directa o indirectamente de los libros muere, pues que muera. Ya surgirán otros que hagan libros. Y lo mismo opino del precio fijo de los libros. No voy a entrar en qué es lo más ético, pero sí en por qué se tomó esa medida de dejar que los editores fijaran su PVP: para proteger a los pequeños libreros. ¿Es que nadie protege a los lectores y siempre se protege a quien comercia de una u otra forma con los libros? Lo más chusco, además, es que este tipo de estrategias mezquinas ni siquiera funcionan.

    1. Hola Rebeca,

      No hay IVA para productos de lujo, hay un IVA normal del 18% y luego IVA reducido para productos básicos. ¿Todos los libros son cultura fundamental? ¿Cuántos libros-basura se editan? ¿Esos libros-basura merecen disfrutar de un IVA más propio de productos de primera necesidad? Yo creo que no. El IVA=0 beneficia a la industria, no a los lectores. En cuanto al precio fijo: cuando se tomó esa decisión, tenía sentido. Ahora ya no lo tiene. No tiene sentido seguir aplicando una ley proteccionista a un sector que lanza 80.000 novedades al año y tiene vivos más de 400.000 títulos. Ese es un sector enfermo, pero enfermo de hipertrofia. Por doloroso que sea decirlo, es necesaria concentración empresarial y contracción del volumen de negocio. Al menos en el sector del libro de pago, otra cosa serán los libros gratuitos que cada cual quiera editar. De esos habrá muchos más. Una frondosa selva.

      Gracias por tus apasionadas palabras!

      Bernat

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