Libros y librerías (I)

Hay buenos y malos libros. Hay buenas y malas ediciones. Hay buenas y malas librerías. Hay buenos libros mal editados. Hay malos libros muy bien editados –una montaña de best-seller os contempla. Hay buenas librerías con pésimas costumbres. Y malas librerías con costumbres decentes. En fin… nada es bueno ni malo per se, sino por cómo se comporta.

Un buen libro mal editado por una buena editorial

¿Qué puedo decir sobre Anagrama? Por muchos piropos que les lance, me quedaré corto. Anagrama es una de mis editoriales de ensayo de cabecera. De vez en cuando, en esos días en los que me da por perderme en alguna librería, me limito a ver qué hay en su colección de ensayo. No digo qué hay de nuevo porque, con los centenares de títulos que tienen, incluso ciertos clásicos en su fondo editorial son para mí nuevos. Si no encuentro nada que llevarme a los ojos no suele ser demérito de la editorial sino de la librería de turno que, comprensiblemente, no puede tenerlos todos.

Pero incluso los grandes cometen errores. A veces, incluso errores de bulto. Errores de principiante absolutamente incomprensibles. Éste es el caso de la edición que Anagrama realizó del libro de Alessandro Baricco, Los Bárbaros. Ensayo sobre la mutación. Las propiedades físicas del libro son las habituales en esta colección de ensayo: encuadernado en rústica cosida, plastificado brillante de dudosa resistencia y papel con una más que dudosa capacidad de envejecer dignamente. En resumen, pensé que sería uno más de mis buenos libros amarillentos con aroma a rancio. Y lo será. Pero está mal editado. Y de eso sólo te puedes dar cuenta cuando lo empiezas a leer.

Los Bárbaros es un libro que no es un libro. Recopila los diferentes artículos que el filósofo y escritor Alessandro Baricco escribió en treinta entregas, desde el 12 de Mayo al 21 de Octubre de 2006 en el periódico italiano La Repubblica. La temática de todos ellos es la misma: analizar los rasgos fundamentales de una nueva cultura, la de aquellos a los que Baricco llama bárbaros, aquellos que han contribuido y están contribuyendo al declive de la cultura burguesa occidental. Tiene más la frescura de un blog que la de los libros de ensayo habituales. Pero, siendo esa su virtud, el problema radica en una absurda, estúpida e injustificable decisión del editor.

En cada capítulo aparecen una serie de palabras cuya definición Baricco ofrece al final, en un apéndice llamado Notas. Nada nuevo. Ensayos así, a patadas, oiga. Aunque este tipo de citas o notas, incluso si no son muy largas, siempre las prefiero en la misma página, a menudo están todas numeradas y recogidas en un apéndice final. Cosa de gustos. Normalmente, de forma más o menos sencilla o engorrosa, uno encuentra con facilidad la cita o nota numerada. Pero en la edición que Anagrama hace del libro de Baricco eso no es así. Anagrama, en una decisión que no comprendo, ha señalado cada palabra con un simple asterisco. Todos los asteriscos son iguales. Indistinguibles y, por lo tanto, inútiles. Lo único que indican es que dicha palabra está también en el apéndice. Pero mientras lees no recuerdas cuantos asteriscos has visto ya. No los has contado. En cada capítulo, además, puede haber más de uno. Precisamente por eso los numeran en la inmensa mayoría de ensayos. Para ahondar más en el desbarre, la nota del editor italiano dice, al inicio del libro:

[…] Aparecen marcados con un asterisco los nombres y las expresiones que remiten a las entradas de las Notas, dispuestas en orden alfabético al final de este volumen. […]

O sea que el problema viene de la edición original italiana. No tan sólo están sin numerar, es que al final subvierten el orden y las ordenan alfabéticamente bajo un estúpido criterio que se me escapa. Baricco habla de la cultura de los nuevos bárbaros, de la cultura de Google y del hiperenlace y el editor italiano decide retroceder a tiempos anteriores a la primera Enciclopedia. Eso es dispararse en el pie, sí señor.

Que en Italia editen mal un libro, puede pasar – como pasa aquí también- pero lo incomprensible es que el editor español, que vio el libro italiano ya impreso y, por lo tanto, con el error de bulto cometido, no hiciera nada para mejorar dicha edición. Se limitó a plasmar las excusas de su colega italiano. ¿Qué le pasó al editor de Anagrama? Se me presentan varias respuestas plausibles. Ninguna será cierta, pero podría creérmelas todas:

a/ El autor no quería numerar correctamente las notas del apéndice: un pelín pillado, pero posible. Autores raros, los que queramos. Dicha actitud no me cuadra con la claridad y sentido común de Baricco. Pero, más allá de la manía o el supuesto divismo del autor – odia conceder entrevistas, por ejemplo-, debe imponerse la profesionalidad de la editorial. Y si para dotar de una buena experiencia de lectura a una obra hay que numerar las notas, se hace. Aunque el autor no quiera. Un libro, más si cabe si es de ensayo, debe ser un producto útil para el lector.

b/ no eran notas al uso, sino un apéndice en forma de diccionario: pues vale, ¿y qué? Es cierto que las definiciones de Baricco son absolutamente sui generis, pero precisamente por eso enriquecen la experiencia de lectura, al otorgarle algo de la hipertextualidad de la que el autor habla en la obra. Usando asteriscos nos hemos cargado la hipertextualidad del documento. Es triste que una editorial renuncie a las pocas herramientas hipertextuales que los libros de papel han tenido siempre.

c/ pereza, desidia…: injustificable pero, tal como iremos viendo en esta serie de artículos, los sufridos lectores de según qué géneros nos lo podemos esperar todo.

Debemos empezar a pedir que, además del autor y el traductor, en la portada aparezca el nombre del editor. Porque puede no gustarme la obra o su traducción. Pero también puede no gustarme la edición. Y en ese caso me gustaría poder despotricar libremente contra el que perpetra tamaños desaguisados. Y que el original ya venga mal editado no es excusa.

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor