Maguncia, en algún momento a mediados del siglo XV…

Si usted ha llegado hasta aquí es porque desea adquirir un libro impreso con tipos móviles. Hacerlo es muy sencillo, tan sólo debe seguir los siguientes pasos:

Salga de su casa, no sin antes azotar a alguna sirvienta –sólo si es estrictamente necesaria la aplicación de disciplina.

Pasee por Maguncia como tiene por costumbre. Intente que no le lancen nada desagradable desde ninguna ventana.

En cuanto vea un local donde reina el ajetreo y en el que algunos dementes manchados de tinta ponen a secar unas hojas de papel recién impresas, entre.

Pregunte por el que manda. Suele ser el más viejo del lugar. Le llamaremos Johannes.

Dígale que quiere saber qué libros imprime y vende. Él se los mostrará. No tiene por qué hacerlo con educación, eso dependerá del día. Pero pongamos que sí, que es educado.

Curiosee, pero no mucho. A Johannes no le gusta que le manoseen demasiado los libros nuevos.

Notará que la tipografía imita la letra manual de los scriptorium. Es normal, lo hacen para que el público lector se acostumbre a las nuevas tecnologías.

También notará que las ilustraciones son en blanco y negro. Por el momento la tecnología de impresión de tinta con tipos móviles todavía no ha podido solucionar el reto de la impresión a color. Pero hay rumores que en un par de siglos eso ya no será ningún problema.

Al preguntar el precio se dará cuenta que es hasta un 95% más barato que un libro de monasterio. Maravillas de disponer de tipos móviles.

No haga caso de los agoreros que le digan que leer un libro impreso con tipos móviles no tiene el mismo sabor, que leer cómodamente en su casa no es lo mismo que acudir a la iglesia o al monasterio, que en las nuevas imprentas se imprime de todo, incluso libros prohibidos.

Adquiera por muy poco dinero lo que antes le hubiera costado un ojo de la cara y una espera de meses. Ahora, por el mismo precio que antes costaba un solo libro, podrá erigir su propia biblioteca.

Llegue a casa, azote a algún sirviente –sólo si es necesario- y dispóngase a disfrutar de su nuevo libro impreso con tipos móviles.

Y recuerde: las Nuevas Tecnologías de la Comunicación no han hecho más que empezar. La segunda mitad del siglo XV se presenta francamente interesante y lleno de sorpresas.

Sencillo ¿verdad? Personalmente no tengo ninguna intención de retroceder a ningún tiempo anterior a la invención de los anestésicos y antibióticos modernos, pero parece que, en la Maguncia del siglo XV, eso de comprar un libro y leerlo había avanzado bastante gracias a las nuevas tecnologías de la época. Ahora, comparemos esta sencilla y costumbrista escena con el vídeo que nos propone Libranda:

Qué ¿ya? ¿De veras habéis llegado al final del vídeo? Yo no pude. Bueno, no quise, no me dio la gana. Cuando la tecnología nos complica tanto algo tan sencillo como leer, algo que desde el siglo XV es formalmente tan simple, es que la tecnología no se está usando como debe. El salto que supuso el intento de Gutemberg transformó la sociedad. El actual salto debería hacer lo mismo.

Ahora, miedosos impresores encerrados en sus monasterios de papel intentan decirnos que su gremio medieval no va a permitir que el sistema que tantos réditos les da salga perjudicado. Van a intentar congelar la sociedad para mantener sus prebendas. El mismo gremio que debe su poder a Gutemberg, será vencido por los modernos Gutemberg de hoy: aquellos que no tienen basado su negocio en el tráfico de átomos sino en el de electrones. Aquellos que no venden papel encuadernado, sino contenidos sazonados con buen servicio. Que los impresores de siempre, que han sido los que con sus libros de papel han difundido esas ideas, no sepan darse cuenta, es muy triste.

Pero no es la primera vez que pasa.

Nota: la ilustración que encabeza este artículo pertenece a Alberto Montt, quien tiene la cortesía y generosidad de compartir su obra en un blog que recomiendo encarecidamente: www.dosisdiarias.com

Posted by Bernat Ruiz Domènech

Editor

2 Comments

  1. Yo sí he podido acabar el vídeo, aunque me haya aburrido mortalmente… Para las personas como yo, que no es que seamos muy hábiles con las nuevas tecnologías (por decirlo finamente), no nos ponen las cosas muy fáciles, que digamos…
    Creo que has dado en el clavo al comparar ambas revoluciones (la del siglo XV y la de ahora). ¿No dicen que la historia es cíclica? Y por desgracia, muchas veces se repiten los errores del pasado. A mí me encantaría tener un e-book pero lo ponen tan complicado!
    Fantástica entrada: original y de muchísima calidad. Como siempre!

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