Cuando a finales de 2008 empecé a oír hablar en serio del libro digital –después de 10 años de la aparición de los primeros e-book- me hice dos preguntas:
¿Qué haría El Corte Inglés?
¿Qué haría Planeta?
Lo que pasaba en Estados Unidos se sabía de sobra. Lo que se empezaba a hacer en Gran Bretaña, Francia o Alemania, lo sabríamos al cabo de poco o, al menos, ya estaban en ello.
El Corte Inglés no tardó en reaccionar. Alrededor de abril de 2009 estaba bastante claro que para Navidades ya tendrían lectores en sus grandes superficies. La Fnac y otros grandes almacenes dedicados a la venta de tecnología para el gran público no tardaron en preparar algo parecido. Quizás no sabían hasta qué punto el 2009 sería el “año del e-book” –ya se ha visto que comercialmente no- pero sabían que debían responder y estar allí, por si acaso. Más saben las grandes superficies por viejas que por grandes; han asistido al desmoronamiento de muchos bluffs comerciales, pero también a la eclosión de grandes éxitos inesperados. Y decidieron apostar. Bien, o mal, lo hicieron a tiempo.
De Planeta no se sabía nada. Como ella, ninguna de las grandes decía esta boca es mía. Y las majors del sector son las que mueven el mercado. Sólo algunas iniciativas de pequeño pero meritorio calado como edi.cat y leer-e ya estaban allí a principios de 2009. Leqtor.com, una propuesta más ambiciosa, apareció a finales de año. Y de las majors sólo sabíamos que se estaban poniendo de acuerdo en algo. Al menos eso ya se comentaba en invierno de 2009. Hace más de un año. En términos tecnológicos, una eternidad.
Rumores
Cuando finalmente se empezó a saber qué se traían entre manos los grandes del sector, a muchos nos olió a chamusquina. Era evidente que las primeras iniciativas de edi.cat, leer-e y leqtor.com, no habían requerido ni colosales inversiones, ni sesudas negociaciones para materializarse; habían requerido capacidad de riesgo, apostar por un modelo experimental pero real y mirar fuera, a ver qué hacían los que ya estaban en ello. Además, esas tres iniciativas partían desde puntos de vista dispares y se basaban en presupuestos conceptuales convergentes pero sensiblemente diferentes. Lo que ninguna de esas iniciativas se planteaba era trasladar al libro digital la cadena de valor del libro de papel, o al menos no de forma explícita. Y los rumores decían que, por irracional que fuera, la apuesta de las grandes iba precisamente por ahí.
Y en eso, llega Libranda
Todavía no entiendo el nombre, pero eso es accesorio. Un buen día se nos dice que Libranda se presenta en la Feria del Libro de Madrid de 2010. Ah, pues muy bien. Y ¿qué mas? Pues que confiarían en el librero de toda la vida. Que no venderían directamente, sino que serían un mayorista que vendería a los libreros. Y dijeron poco más. Tal fue la confusión, que hubo periódicos que dijeron que los libros digitales se comprarían en las librerías de toda la vida. Ojo, no era ninguna tontería, pues cuando edi.cat empezó a trabajar, su previsión era vender vía web pero también en las librerías, con la compra de un folleto que incluía un código para la posterior descarga. El problema es que, según entendieron algunos medios, el único modo de compra pasaba por la tienda de ladrillo. Al final, se impuso algo de cordura –como veremos, poca- y de comprar en tiendas de ladrillo, nada.
Las cosas que Libranda dice de sí misma
Si hay algo que me gusta especialmente es ver lo que dice cada cual de sí mismo, sobretodo si lo pone negro sobre blanco. Normalmente uno se retrata –me incluyo- pues es inevitable caer en contradicciones más o menos flagrantes pero más o menos inofensivas.
Hace unos días que visito la web de Libranda. He trasteado lo suficiente como para ver lo (poco) que ofrece. He accedido al exiguo material de prensa disponible –artículos en modo autobombo a parte. Ofrecen una nota de prensa y un dossier de prensa. Hablaré sobre el dossier, pues parece posterior y amplía lo que dice la nota.
El dossier se titula:
Libranda, la plataforma independiente para las editoriales y para las tiendas on-line
Y el primer párrafo dice así:
Libranda es una plataforma digital independiente que presta servicios auxiliares para la comercialización de contenidos digitales y para la promoción de los mismos. Actúa como un operador logístico que presta servicios de almacenaje y distribución digital a las editoriales y a las tiendas on-line. Su principal objetivo es poner a disposición de las tiendas on-line el contenido digital de las editoriales con las que trabaja.
Cuando leí la palabra independiente pensé que me había confundido. Volví a la home de Libranda, cliqué sobre Qué es Libranda y me cercioré de lo que leí en el quinto párrafo la primera vez que entré: Libranda es una sociedad constituida inicialmente por 7 Grupos Editoriales: Grupo Planeta, Grupo Random House Mondadori, Grupo Santillana, Roca Editorial, Grup62, Grupo SM y Grupo Wolters Kluwer.
En mi barrio, una sociedad constituida por, va seguido de los propietarios del invento. Pueden serlo a través de tantas sociedades instrumentales e interpuestas que se quiera, pueden tener el 0,1% o el 99,9% de las acciones, pero los mencionados son, inicialmente, los propietarios. Ergo, de independientes, nada de nada. Detrás hay lo más granado de la edición en castellano y catalán de España. Los que mandan.
Tras descartar que se trate de dos animosos y geniales visionarios en el garaje de su casa, sigamos transitando por el primer párrafo, donde se nos dice que prestan servicios auxiliares para vender libros ¿Auxiliares? Según la definición del diccionario, algo o alguien auxiliar es accesorio, dependiente de otro, asistente, alguien que necesita ser dirigido y que no está en el meollo del asunto. Parece que lo que ofrece Libranda está en la base del negocio ¿no? El diccionario de la DRAE dice, de básico:
1.adj. Perteneciente o relativo a la base o bases sobre que se sustenta algo, fundamental.
Es decir: Libranda ofrece los servicios fundamentales para vender libros. Si a eso sumamos que no son independientes, está claro que son el tubo por el que tendrá que pasar todo hijo de vecino que quiera vender los libros de las editoriales propietarias y/o asociadas. No tengo nada en contra en que cada cual venda su producto como quiera –al menos de momento- pero es sorprendente como en el primer párrafo ya subvierten lo que son y lo que hacen.
Sigamos por el mismo párrafo. Dicen actuar como operador logístico orientado a las editoriales y las tiendas on-line. Sin ser falso… no es del todo cierto. Su redactado es exquisitamente neutro. Parecen neutrales o, como dicen al principio, independientes de todo el mundo. Pero recordando quienes son sus propietarios, está claro que es una herramienta de venta que las editoriales tendrán a su disposición para que los libreros vendan según unas reglas que marcarán ellos mismos. Ergo, no son un simple distribuidor que compra y vende.
Cierran el párrafo con esto: Su principal objetivo es poner a disposición de las tiendas on-line el contenido digital de las editoriales con las que trabaja. Qué donosura, qué generosidad. Pareciera que ellos son una más de las bondadosas opciones a través de las cuales los libreros podrán adquirir sus libros, cuando en realidad será la única e insoslayable opción. No tendrán otra. Lo curioso es que, si saltamos al sexto párrafo, el objetivo ya no es poner nada a disposición de las tiendas: El objetivo de la plataforma es dar servicio a todas las editoriales del mercado que estén interesadas en comercializar sus contenidos digitales, construyendo así un importante catálogo en todos los idiomas del territorio español. Que es bastante más acertado.
Pero no nos adelantemos, pues el breve segundo párrafo nos muestra otro objetivo diferente: Libranda es una iniciativa conjunta cuyo objetivo es dar servicio al sector y contribuir así a su evolución. Este es el objetivo altruista. “Oiga, es que nos estamos sacrificando, lo nuestro es visionar y transformar la edición en España”. Lástima que, ellos solos, se contradigan tanto en el mismo documento.
Sigue en la segunda parte: Libranda, que algo queda (II)
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[…] describir comparemos dos plataformas: Libranda, a la que nos acercaremos de la mano de Bernat Ruiz (que dedico a Libranda esta serie de artículos en su blog) y Odilo […]